La entrevista no hecha al pastor Cuaquero Heredio Santos
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HAVANA TIMES – Llegué a la casa del pastor Cuaquero ya jubilado Heredio Santos Balmaceda. El vive en Banes hace mucho tiempo, y le sirvió a una de las iglesias protestantes de esta provincia mucho más que la mitad de su vida. Banes se encuentra a casi dos horas de camino desde Holguín. Contando con la velocidad del carro y esto que el chofer para de vez en vez a ir al baño, tomar café o dejar y recoger pasajeros en el camino.
Cuando llegó el pastor no está en su casa. Estaba operado de la vista y viviendo en la casa de su cuñada. Pero gracias a Dios lo vi grande y fuerte como siempre, echándole comida a los pollos. Ha sido mi pastor y padre espiritual por casi treinta años.
Nos saludamos con la misma alegría desde que nos conocimos, alabado sea Dios. En medio de la conversación le propuse si deseaba acceder a qué le hiciera una entrevista. Y con su gentileza y modesta forma de siempre me respondió que tenía que pensarlo. Porque él no se consideraba persona de hacer muchas declaraciones. Ah, ¿no?, le pregunté. Y por qué no, es usted una personalidad de la iglesia cuáquera y del movimiento ecuménico de Holguín.
Me comentó que hacía un tiempo el presidente de la Asociación de Hermanos Sáinz, el poeta Youer Mariño, le había propuesto una entrevista también y el con pena también respondió que no.
Porque él es muy temeroso en estas cuestiones.
Pastor, ¿y no le parece bien que futuras generaciones conozcan sus opiniones sobre la iglesia de los años en que sirvió en la misma, sobre Dios, la vida, la espiritualidad del pueblo, sus experiencias y tantas otras cuestiones que quisiera compartir?
Me respondió que francamente no es algo que le interese mucho. Y me dio una respuesta que me dejó una sonrisa en el rostro y un cuestionamiento en el corazón. Me dijo: yo creo que mi obra, y lo que estoy involucrada termina con su muerte.
No le interesa más. Primero porque no se considera esa personalidad lo que él llama universal como para estar haciendo declaraciones y queden en la posterioridad. Y que su obra la considera en la forma de ser que tuvo, en su trabajo en la comunidad, y en las conversaciones y demás interacciones que tuvo con sus semejantes.
Me habló de sus paradigmas, por ejemplo, de los pastores que le antecedieron como Arsenio Catalá, Juan Sierra, y Juan Guzmán. Que fueron hombres muy modestos, amables, con una espiritualidad admirable y no dejaron más que sus buenas obras en sus congregaciones, y en la sociedad en general.
Y en un momento de nuestra conversación me recordó, ahora mismo no recuerdo lo que le dió pie a recordarme tal anécdota, de que Arsenio Catalá que además de pastor fuera sastre y había trabajado mucho por la iglesia. Cuando triunfa la revolución, muchos y muchas hermanas se unen al proceso revolucionario y en aquel momento si era comunista o cristiano. Y se le escuchó diciendo a Catalá por el malecón habanero: «he arado el mar».
Especulo que me quiso decir que no era precisamente su experiencia, pero puede ser el de cualquiera. O pudo haber sido también su caso, pero no le preocupaba mucho porque él, Heredio Santos, había dado lo mejor de sí.
¿Entonces prefiere como algo así quedar en el anonimato?, le pregunté. Sí, algo así, me dijo. Prefiero terminar mi vida en el anonimato público. Solo te diré que prefiero el Cuaquerismo histórico y que me siento inconforme con la iglesia de Cuba, en general.
Quizás aquí yo pudiera entender porque surgió esta anécdota del pastor Catalá. La iglesia, me comentó, no puede ser esa que se contenta con parecer iglesia. La iglesia tiene que ser donde uno tenga un encuentro verdadero, personal con Jesucristo. La iglesia tiene que ser muy honesta con esta experiencia. Si no, no es iglesia, es una institución más, me terminó se decir.
Cómo cada vez que me sucede cuando me encuentro con el pastor Heredios aprendí mucho. Tuvo la gentileza su familia de invitarme a comer con ellos. Yo agradecida acepté. Martha me sirvió en ese lado que se reserva al padre de familia. Me sorprendió.
En esta casa eran más feministas que yo. Hablamos un poco más sobre la situación de Cuba y Venezuela. Estos temas por lo general no faltan en nuestras conversaciones. Nos despedimos. Con todo, me hubiera gustado haberle hecho la entrevista. Quizás, nunca se sabe, pueda concedérmela en algún otro momento.