Campismo popular vs Hoteles

Oficinas del Campismo Popular

Por Lien Estrada

HAVANA TIMES – Estaba haciendo una encuesta para el Observatorio Cubano de Derechos Humanos en el municipio de Freyre, Holguín. Es ahí donde tomé una guagua y fui a encontrarme con algo que me pareció un campismo y que no conocía de antes. Se ubica frente a la playa Blanca. Me uní a un grupo que estaba entrando al establecimiento. Estaba puesta la música alta de Reguetón que, por su letra tan agresiva, machista, ya no se sabe cómo decir que no se consuma en los establecimientos públicos, principalmente donde asisten niñas y niños.

Al lado izquierdo hay un pequeño bar, a la derecha la piscina, más allá el restaurante, y un poco más allá las habitaciones. Nos encontrábamos en un salón con mesas y sillas y un espacio donde supongo se podía bailar. En una ocasión se me comentó que el gobierno mandó hacer estos establecimientos para cubanos y cubanas, para que no molestaran las playas de los hoteles exclusivas para el turismo internacional. Nuestra presencia estaba totalmente prohibida hace unos veinte años aproximadamente. No estoy segura del comentario, pero si se reflexiona un poco cómo es que actúa el gobierno de Cuba de veras da qué pensar.

El animador recibió al grupo, y pidió disculpas por las molestias que pudieran ocasionar los apagones. Sabían que era caro aquel servicio por aquellos tres días de diversión en aquel lugar, pero no estaban en sus manos solucionarlo. Así que, por favor, pedían comprensión. Después de la charla sobre algunas normas del lugar, como tener cuidado con las y los menores en la piscina, el grupo se dispersó buscando su lugar de descanso.

Me acerqué a la camarera y le presenté mi deseo de almorzar, aunque no fuera precisamente parte de los y las campistas. Me dijo que me sentara en el restaurante y se lo dijera a la gastronómica. Así fue. El almuerzo fue fufú de plátano, congri y muy poquita carne en unos huesos. No muy gustoso que diga. Pagué 700 pesos, y me fui. La gente se veía muy contenta con sus muchachos y muchachas haciendo volteretas en la piscina. Hasta yo me alegré viéndolos.

Hacía dos años había estado en un campismo en Las Tunas gracias a unos vecinos que tuvieron la gentileza de invitarme. Era en la cima de una elevación. Sólo contaba con una piscina muy pequeña para niños y niñas. No tenía playa, un bar prácticamente con cerveza solamente y la oferta gastronómica era principalmente arroz y pollo. Lo bueno es que no estaban los apagones tan lacerantes. No hubo charlas de entrada. Un señor que nos indicó el dormitorio. Me regresé al otro día, dando las gracias antes, y pidiendo mis disculpas, por no quedarme hasta el otro día.

Por supuesto que hay campismo mejores que otros. Están éstos que cuentan con playa, que son los mejores. Están los que cuentan con ríos y los que solo tienen una pequeña piscina y su paisaje campestre. Es un servicio por el que se opta mucho. Pero con los apagones pueden convertirse en lugares muy hostiles. Son zonas con muchos jejenes, mosquitos que pueden llegar a ser insoportables.

La comida viene siendo la pesadilla de casi todos. Es realmente mala. Pero por lo general se comen chucherías para compensar y se toma, por supuesto, mucha cerveza. Recuerdo uno en Pinar del Rio en que además de la comida que muy pocas veces es gustosa, no había agua y había que cargarla en cubos de unos tanques enormes que estaban en el patio. Pero habíamos ido un grupo de amigos a acompañar a otros de Uruguay que estaban organizándose para sus elecciones, en las que ganaron finalmente. Fue un recuerdo lindo después de todo.

Esas ricas comidas, esa agua y corriente que no faltan, ese confort impresionante está en los hoteles. Que según comentan desde que no hay turismo internacional y abrieron para los habitantes de la Isla ya no es tan buena. Y se dice que el gobierno está perdiendo después de esto, de permitir la entrada de cubanos y cubanas. Porque por mucho que les cobren llegan a tomarse toda la cerveza y toda la comida que hayan dispuesto. Dicen que los santiagueños son brutales y los holguineros no se quedan muy atrás. A diferencia del turista de otras tierras que no come ni bebe tanto, y muchas veces lo hacen fuera del establecimiento para conocer los alrededores.

De cualquier manera, en estas vacaciones no iré a ninguno de ellos. En el caso de los hoteles porque me es casi inaccesible. Francamente no es para la mayoría de la población. Estamos hablando por ejemplo, de 20mil pesos para dos personas, dos días. Y en el caso de los campismos, que no se paga tanto, pero tampoco pensemos que es muy poco, nadie te garantiza las condiciones de nada, y ahora con los apagones las noches deben ser mortales.

Y ya sabemos que en la Isla para el Estado, lo importante son las estadísticas, el plan siempre cumplido. Pero el real, lo que verdaderamente se va a vivir, eso no tiene la menor importancia.

Aquel día terminé de hacer mis encuestas. Me regalé un baño en la playa que no deja de ser agradable y sano. Me fui sabiendo que había también allí un lugar de recreación. Y que aún contra viento y marea la gente se quiere divertir, y hasta logran hacerlo. Y esto alienta, después de todo.

Lea más del diario de Lien Estrada aquí.