La verdad en torno a la visita de Juanes

Eramso Calzadilla

Peace without Borders Concert, Havana, Sept. 20, 2009.  Photo: Caridad
Concierto Paz sin Fronteras, La Habana, 20 de Septiembre de 2009, foto: Caridad

Estaba yo aquella tarde de domingo descansando en mi cuarto, tratando de dormir un poco mientras el resto de mi familia se congregaba en la sala, expectante frente a la pantalla de su majestad la TV.

¿Y que hacía allí mi familia, tan despierta una tarde domingo, cuando entre ellos la siestecita del domingo es tan sagrada? Ellos esperaban nada más y nada menos que el muy anunciado concierto de Juanes.

Pero ¿Por qué mi familia, integrada por mayorcitos y maduritas, lucía tan motivada en ver y escuchar a ese mozo del que nunca antes habían oído mentar?

Evidentemente, más que Juanes, lo que les atraía era la atmósfera que acompañaba al concierto, ganada gracias al chow político gestado en Miami, y aprovechado aquí hasta el tuétano para anotarle otra victoria moral a la revolución frente a sus obstinados enemigos.

¿Que se harían algunos sin ellos…?

¿Y yo? ¿Porqué yo no estaba allí junto a mi familia o en la plaza disfrutando del concierto como tantos de mis coterráneos?

Bueno, mh…  además de que no me gusta el Pop Rock y de que el muchacho me era hasta ayer totalmente desconocido, además de que la mezcla de multitudes y sol no es de mis preferidas, además, por estar muy cansado del dime que te diré con Miami, y del tufo que trae convoyado, y sobre todo por que no creo que hubiese más paz en el mundo por mi presencia, por todas esas razones, preferí reposar en casa aquella pacífica y cálida tarde de domingo.

Ya Juanes hacía bailar y brincar a la gente cuando me levanté por un segundo para ir al baño, y por lo que vi de refilón en la pantalla confirmé que había tomado la decisión correcta, y volví a la cama.

Sería, no se, cerca de las 5, cuando regresé dulcemente del sueño al colarse en mi cuarto desde el TV una melodía conocida y muy grata: se trataba de un tema de un cantautor del patio: Carlos Varela.

La presencia de Varela en aquel concierto me fue todavía más rara que la de mi familia trastocando su rutina dominical. ¿Qué hacía ese señor al que siempre he conocido por rebelde e iconoclasta, cantando en medio de aquel océano de símbolos y vacua euforia?

Atando cabos luego lo comprendí: estaba dándonos una lección, y ahora muestro los cabos que fui hallando:

Juanes, para quien al parecer la homogeneidad no es todavía un problema, invitó a todos a ir de blanco en nombre de la Paz, pero Varela se apareció con su habitual atuendo negro.

Algunos  dijeron que por excéntrico ¿Pero, desde cuando la paz tiene que ver con la homogeneidad? ¿Habrá algo más agresivo que la monotonía, sea esta del color que sea? ¿No han sido los movimientos más agresivos y violentos del siglo, promotores de la homogeneidad?

Y para que no cupieran dudas de que Carlitos el gnomo venía a defender la diferencia y no solo en el ámbito de los colores, acompañado de su guitarra cantó una valiente oda al escepticismo, en medio de la insulsa convicción que destilaba aquella tarde la Plaza.

Aquí transcribo el texto del tema, pero hay que escucharla para apreciar que también suena muy bonito.

Carlos Varela interprentando "La verdad"

Nostradamus nunca tuvo la verdad
ni los Beatles ni Galileo,
Hare krishna nunca dijo la verdad
ni Jesús, ni Julieta ni Romeo.
Los poetas nunca escriben la verdad
ni la Biblia ni los diarios,
los profetas no adivinan la verdad
ni los pobres ni los millonarios.
La verdad de la verdad de la verdad es que nunca es una, ni la mía, ni la de él, ni la tuya.
La verdad de la verdad es que no es lo mismo, parecer que caer en el abismo,
de la verdad.

Los maestros nunca enseñan la verdad
ni los reyes ni los Mesías,
los ejércitos no tienen la verdad
ni las leyes, ni la astrología.
La verdad de la verdad de la verdad es que nunca es una, ni la mía, ni la de él, ni la tuya.
La verdad de la verdad es que no es lo mismo, padecer que caer en el abismo,
De la verdad, de la verdad, de la verdad…