La metrópoli de Miramar

Por  Dmitri Prieto

 Fountain on Fifth Avenue in Havana’s Miramar District
Fuente en Quinta Avenida en el distrito habanero de Miramar

Miramar es un barrio al oeste de Ciudad de La Habana; antes formaba parte del municipio de Marianao, pero el tiempo unió a éste con la ciudad capital.

Es una franja costera al oeste del río Almendares.  Para los que vivimos del otro lado, está “más allá del Almendares”.  Se une al resto de la ciudad por dos túneles y un puente de hierro para las bicicletas.

Miramar es el último destino del desplazamiento westward de la burguesía habanera en los siglos XIX y XX: de Centro Habana al Cerro, del Cerro al Vedado, del Vedado a Miramar. También gran parte del funcionariado y gerenciado postrevolucionario reside allí.

Miramar es hoy la capital económica de Cuba: en ese barrio tienen sus sedes (headquarters) las compañías inversionistas, los bancos, hoteles y joint ventures. Muchas decisiones importantes se toman allí.

Antes (en los ´90), su Quinta avenida era famosa por las jineteras, a quienes Silvio Rodríguez les hizo una canción. Hoy, las jineteras son más discretas, y utilizan teléfonos celulares.

Por todo esto, es el barrio de la Capital donde más se respira el hálito del capital (Das Kapital).

Miramar está lleno de arquitectura postmoderna.  Cuando uno va por el barrio, entre la verde vegetación asoman los edificios cristaliformes de muchos colores desacostumbrados: azulados, amarillentos, rojizos, verdosos.

Sus superficies reflejan el ambiente con las tonalidades aportadas por sus pigmentos, pero ocultan fielmente sus contenidos. Para mediar entre formas y contenidos, los edificios a veces vienen provistos de arcos, de columnas y de balaústres.

Esa arquitectura constituye un reto para los habaneros.  La miramos, curiosos, desde las guaguas.  Y por supuesto, transitar en guagua no es lo mismo que transitar en auto a 100 km por Quinta avenida. Las guaguas no tienen acceso a Quinta. Yo estoy seguro que los reguetoneros cuando se cansen de cantarles a sus barrios populares del sur de La Habana le cantarán a Miramar.

Para algunos, Miramar es símbolo del futuro de Cuba; para otros, un resto -algo deforme- de su pasado; para los terceros, constituye un compendio de los deleites posibles e imposibles del presente.

Miramar tiene un lugar vacío y verde, llamado hoy “Parque Ecológico”.  Es un parque nuevo y poco conocido, muy cercano al Miramar Trade Center.  Allí, un piquete de participativistas hicieron hace poco una reunión de proyectos comunitarios. Pero a Miramar no le gustan los participativistas.  Por esa pulsión natural del barrio, el encuentro logró reunir sólo un pequeño grupo. A pesar de lo “ecológico” del parque, casi nadie fue.

Transitar por un barrio símbolo de status se convierte en una pregunta sobre el sentido del status en la Cuba de hoy. El sentido del status y el sentido del esfuerzo; el sentido del status y el sentido de las oportunidades; el sentido del status y el sentido de la vida.

Allí muchos jóvenes construyen sus esperanzas mientras los arquitectos diseñan nuevos edificios postmodernos.  Bien por arriba de todos, se alza la Embajada de la Federación de Rusia.  Obra del último postclasicismo soviético, es comparada por muchos con una jeringuilla.

Algunos dicen: la jeringa que usaron los rusos para inyectar el comunismo en tierra cubana. Pero sabemos que el comunismo no es un invento ruso.

Para las nuevas ideologías que se propagan desde Miramar no hacen falta jeringuillas.

Alguien podrá decirnos que la tecnoburocracia o la tecnoburguesía no requieren de ideologías.

A ese le respondemos: algún día los reguetoneros cubanos le cantarán a la metrópoli de Miramar.