La aventura de mi ventilador

Daisy Valera

Ventilador, photo: Bohemia Magazine
Ventilador, photo: Bohemia Magazine

El verano cubano es casi eterno, en estos momentos debiera estar comenzando el otoño pero el Sol sigue calentándonos persistentemente.

Pero desgraciadamente el verano, con sus temperaturas de aproximadamente 35 grados, no podemos verlo solo como una estación del año.

Después de que hayas tomado una guagua o recorrido menos de cinco cuadras nuestro clima caribeño comienza a convertirse en un problema económico.

Sencillamente después de haber sudado copiosamente eres capaz de tomarte un litro de refresco, pero incluso el de peor calidad es cobrado a dos pesos el vaso.

La necesidad de injerir líquido se mantiene todo el día, por tanto casi diariamente llego a la casa después de gastar diez pesos.

Hasta aquí la situación es en cierta medida tolerable, pero si te llega a suceder que con este maravilloso clima se te rompe el ventilador, entonces todo es más complicado; se te impone decidir entre no dormir o pagar el exorbitante precio que te diga un electricista que trabaja por cuenta propia.

A mi se me rompió hace una semana el ventilador, como no pude conciliar el sueño dos noches consecutivas, decidí arreglarlo.

Me dirigí a un taller estatal, lugar donde se ofertan diferentes servicios, como relojería, rellenado de fosforeras, y arreglo de equipos electrodomésticos.

La primera frase que me dijo el electricista al ver mi ventilador fue que en ese taller no existían piezas para arreglarlo porque el Estado no proveía de casi nada ese lugar para hacer reparaciones.

Pero continúo dándome otra opción, por solo 100 pesos, es decir la mitad del salario mínimo en Cuba, me mandaba a hacer la pieza que yo necesitaba para arreglar mi ventilador.

Por no pasar una noche más sin dormir acepté el estafador trato, pero como no pude dejar de pensar en ello me surgieron una serie de interrogantes y dudas.

Por ejemplo si existen en la calle personas que hacen las piezas que muchos necesitamos para reparar artículos del hogar esto significa que de algún lugar están saliendo recursos, probablemente de un negocio o taller del estado.

Además no puede lograr entender porqué no se han implementado cooperativas de electricistas para que así con la ayuda del estado disminuyan los precios de los arreglos.

Lo que a mí me a ocurrido, actualmente le puede pasar a cualquiera que necesite un plomero, un albañil y hasta un carpintero.

Estos son oficios que no han sabido rescatarse y darles la merecida importancia que tienen.

Cada día hay menos personas que se dediquen a los oficios y resulta en algo que está sufriendo fuertemente nuestra sociedad; precios elevados y estafas.

One thought on “La aventura de mi ventilador

  • “Ingerir” es con ‘g’ no con ‘j’

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