Abuso y violencia en la Cuba de hoy

Por Kamil Kenders

HAVANA TIMES – En los últimos tiempos he gastado mucho dinero en transporte privado, y no hablo de rentar un auto para mí solamente, sino de pararme en una avenida cercana a donde estoy y detener un taxi que ya va con más personas. Esto es algo muy normal para los cubanos, quizás para quienes viven en otros países y nunca han visitado la isla, resulte extraño, pero, en realidad es la vía más rápida de moverse por la ciudad.

Resulta que, como ya es habitual los precios siguen subiendo, y los “boteros” que es como llamamos a quienes conducen estos taxis o “almendrones” no se quedan atrás. Son carros viejísimos, por lo general hechos en los años 40 y 50 del pasado siglo y quizás Cuba, sea el único país donde circulen tantos. En fin, que luego de mucho tiempo en espera de algún ómnibus y con cierto límite de tiempo, decidí, una vez más inmolarme y pagar un taxi colectivo.

Cuando uno de los tantos que pasaba, se detuvo, le digo al chofer mi destino (que no era lejos) y le pregunto el precio del pasaje, a lo cual él responde que son 200 pesos. Lo pensé por algunos segundos que al chofer debieron parecerle eternos, pero finalmente acepté y me subí. Acto seguido los demás pasajeros comenzaron a preguntar cuánto les cobraría, y, al escuchar la respuesta del conductor, la cual cito textualmente: “Aquí todo el mundo sabe que se cobran 200 pesos y del Vedado para allá, sube la tarifa” … se formó la tercera guerra mundial dentro de aquel auto, donde, además, las personas viajan incómodas, pegadas unas con otras, soportando calor y en muchas ocasiones hasta música alta y desagradable.

Cruzando el puente Almendares que divide el municipio Plaza del municipio Playa en la capital, una de las señoras que viajaba le pidió al conductor que se detuviera para bajarse, al igual que los demás. Yo aproveché la parada y también me bajé, le pregunté al chofer cuánto le debía hasta ahí (que no era mi destino final) me dijo que 150, le pagué y me fui. Caminé el resto del trayecto. Lo prefería a exponerme a la violencia verbal de aquel señor, y también al abuso al que de una forma u otra estamos todos expuestos.

Pensé en lo fácil que resulta abusar cuando se tiene el poder y otros dependen de alguien tan prepotente y poco empático como ese señor.

Estamos viviendo en una era de guerra, donde evidentemente el que más poder tiene exprime al resto sin importarle nada. Pero hay algo que es cierto, para movernos en esta pequeña y la vez gran ciudad, necesitamos de algún medio de transporte. El público no existe, así que habrá que seguirse inmolando y pagar…pagar y pagar más…

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