Los que siguen de largo

Kabir Vega Castellanos

La perra perdida.

HAVANA TIMES — Hace unos días, una pequeña salida de compras se convirtió en un paseo amargo.

Estando en un P11, dentro de Alamar, en una de las paradas subió una perra. Sin que el chofer se diese cuenta, el animal recorrió dos veces el vehículo de un extremo a otro como buscando a alguien. Se notaba que estaba esterilizada, era robusta, mansa, se veía bien alimentada y tenía el pelo brillante. Sin embargo la guagua arrancó y no aparecía ningún dueño.

Casualmente iba con una amiga, la cual se angustió muchísimo pensando que la perra habría acompañado al dueño a la parada como hacen algunos, que luego azoran al animal justo mientras suben a la guagua. Con esta idea nos bajamos en la siguiente parada con la perra. Nos siguió muy obediente, y retrocedimos esperando que diera indicios de conocer el entorno.

Preguntamos a más de una persona de la zona, pero nadie la conocía. Nos abatió la nueva perspectiva y nuestra total impotencia. Ninguno de los dos podía asumirla siquiera temporalmente con la esperanza de hallar al posible dueño, y aunque era extraño, por su apariencia, existía la posibilidad de que la hubieran abandonado.

Sin saber qué hacer, nos quedamos inmóviles mientras ella esperaba a nuestro lado alguna reacción, hasta que optó por seguir a otra persona.

Sin deseo de montarnos en otro P11, terminamos el viaje a pie. Por una calle deshabitada donde han improvisado fincas, me llamó la atención un piar desesperado. Pegados a la acera cuatro polluelos preciosos piaban desconsoladamente. Me mantuve vigilándolos mientras mi compañera probaba suerte preguntándole a uno de los finqueros. Aunque se los entregáramos a su dueño, seguro que no los salvaríamos de terminar en una olla, sin embargo prefería eso a que estuvieran expuestos al abuso de algún chiquillo cruel.

Vino uno de los dueños de la finca y nos dijo que no eran suyos. Observándolos atentamente, añadió que por el dibujo que hacían eran parte de un ritual de santería. Le preguntamos si era preciso dejarlos ahí hasta que murieran y respondió que sí. La respuesta me dio escalofríos. El hombre y yo ayudamos a los polluelos a brincar un pequeño muro para que, al menos, se escondieran entre los arbustos.

Sin embargo, la situación no era del todo nueva. Una noche que caminaba por Centro Habana me atrajo un piar desesperado. Seguí el sonido y vislumbré a un hombre justo en una esquina, con un polluelo amarillo, casi recién salido del cascarón, en la palma de la mano. El instinto del animalito le avisaba claramente de que corría peligro. Al regresar por el mismo camino después, vi al polluelo aplastado sobre la acera.

Soy consciente de la indiferencia que existe en Cuba hacia el dolor animal, pero no por eso deja de ser desolador cuando ves a tanta gente seguir de largo. No es solo que no hacen nada por ayudar a los muchos animales hambrientos, enfermos, objeto de prácticas sádicas o mal llamadas “religiosas”. Lo verdaderamente alarmante es que ni siquiera se inmutan.

Kabir Vega

Soy un joven cuyo desarrollo en la vida no ha sido lo que consideramos normal o apropiado, pero no me arrepiento. Aunque soy muy reservado, disiento de muchas cosas de forma implacable. Considero que la sociedad, y no solo de Cuba, está errada y necesita cambiar. Amo a los animales en ocasiones incluso más que a mi persona ya que ellos carecen de maldad. También soy fan de la tecnología y del mundo Otaku. Empecé en Havana Times porque me permitía contar algunas vivencias y quizás incentivar algún cambio en mi país. Puedo ser ingenuo en mis argumentos, pero soy fiel a mis principios.

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8 thoughts on “Los que siguen de largo

  • Muy mal sintoma ese salvajismo en pleno siglo XXI

  • Muy sensible tu post de hoy, pero ?Qué se puede esperar de una sociedad donde la gente ni se inmuta cuando turbas oficialistas, abusadoras y en desproporcinado número superior; descargan toda su ira física y verbal ante de un grupo de simples mujeres vestidas de blanco que marchan en silencio por la 5ta avenida de Miaramar, llevando como “arma mortal” una raquítica flor?

  • así esta la sociedad y va a ser muy dificil re-educarla despues de tantos años de salvajismo y patria o muerte, como que el daño es casi irreversible. tengamos fe en que los “pinos nuevos” no nazcan podridos.

  • Me acuerdo del carro del sancocho que pasaba por el pre llevaba pollitos vivía y así mismo se lo echaban a los cerdos

  • La crueldad animal es propia de casi todas las sociedades modernas. Algunas donde el salvajismo está más expuesto y otras que son aún más crueles pero donde el salvajismo está mucho mejor disimulado. Al piquete de de la idea-fija que suele comentar en esta página le encanta pintar a la sociedad cubana como la más terrible y moralmente corrompida del mundo.
    Sobre la historia del pollito, me pasó muy parecido, Kabir. Recogí uno en las calles de la Habana Vieja sin saber que era brujería, y cuando pregunté a la gente de por ahí me respondieron con sonidos onomatopéyicos de rechazo. Seguí con mi pollo hasta Alamar sin tener el valor de abandonarlo, se veía mal, pero murió antes de llegar a casa. Luego se lo conté a alguien conocido, una persona relativamente culta, y me respondió: “Menos mal que no lo entraste a la casa porque te iba a traer una desgracia!.
    Uno de los síntomas de la descomposición de la sociedad cubana es el retroceso hacia religiones animistas que practican crueldad explicita con los animales. (Conste que ni “retroceso” ni “animista” están siendo usados aquí de manera despectiva). Desde mi punto de vista el resto de la civilización occidental, va también, en retroceso, aunque Cuba lleva la delantera. Repito, no creo que ahora seamos una sociedad más cruel, sino una donde la crueldad es más explícita.

  • Tomado del más reciente post de Verónica Vega
    “Alex Bezjak, colombiano-canadiense y miembro de PETA, nos explicó que en Canadá las condiciones en que se crían los animales “de consumo”, son horribles. Las leyes de Protección Animal no involucran a estos seres, que crecen en jaulas donde no pueden ni caminar. Muchos cerdos mueren de sed durante la transportación. Como parte de una iniciativa llamada The Save Movement (nos dijo que con ese nombre puede buscarse en Internet), él y otras personas se paran frente a los camiones que transportan cerdos y los obligan a detenerse. Les dan agua a los animales, con la premisa de que si no pueden salvarlos, al menos mitigan su sufrimiento.”

  • Tengo en mi edificio varios gatos, y un perro que se adueño de la azotea, trato de darles comida. Siempre cualquier ayuda a los animales resulta muy útil. Saludos para tí. Espero que algun dia se hagan albergues para los animales abandonados, y no sea solo el esfuerzo de unos pocos.

  • Hay que decir que todas las sociedades modernas cometen abusos con los animales. Observamos el abuso a perros o gatos, pero ignoramos el abuso a aniamels de granja que nos siren de alimento. Son sres vivos y en muchas ocasiones se los sacrifica de forma cruel. Como no puede evitarse ello, mientras el ser humano mantenga el ´habito de comer carne, debe, en el caso delos animales de granja, tomarse medidas para hacerles sus últimos momentos menos terribles. En sociedades desarrolladas, al menos las mascotas tienen sociedades que las protejen y existen movimientos para defender alos aniamles de granja. En nuestro aís, salvo pequeños esfuerzos, no por ello menos nobles, no es mucho lo que se puede hacer.

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