Idiotez, el peor virus

Kabir Vega

HAVANA TIMES – Los medios de comunicación son el fruto del desarrollo de muchísimos años buscando propagar la información con rapidez, desde y a cualquier recoveco de la civilización. Internet y la televisión son de los más grandes logros en ese sentido, sin embargo, como mismo una herramienta sirve para bien, también funciona para mal.

La televisión, aunque se compone casi en su totalidad de programas superficiales que solo entumecen el intelecto, tiene la ventaja de estar hasta cierto punto controlada. Internet, por el contrario, es libre y muy fácil de usar, permitiéndole a la humanidad alcanzar niveles nuevos de estupidez y compartirlos de forma masiva.

¿Por qué soy tajante?, cada uno es libre de ser como es, menospreciar a una persona por su inteligencia no es correcto. Pero no cuidar la vida propia, es un acto abominable.

Los desafíos o challenges son una de las tendencias que consisten en una provocación a los usuarios a hacer algo determinado. Tristemente el reto casi nunca es algo sano, por el contrario, pocas veces es seguro y en ocasiones acarrea un peligro mortal.

Un par de desafíos muy sencillos que incluso en esta isla offline llegué a conocer:

Uno: tomarse una cucharada de canela y retenerla dentro de la boca el mayor tiempo posible. La sensación es horrible, pues reseca la garganta creando una sofocante necesidad de toser.

Visto fríamente no es divertido, pero se propagó provocando la muerte de un niño de 4 años, quien lo vio tentador y decidió probarlo.

¿Responsables? Los padres por no haber cuidado apropiadamente de su pequeño ni controlar las cosas que veía. Sin embargo, todos aquellos que subieron un video propio efectuando el reto, son también responsables, pues su participación influenció al infante.

Otro: el “condom challenge”, un poco más elaborado, consiste en llenar un condón con agua y que una segunda persona te lo deje caer encima como un balón. Si se hace “correctamente”, la cabeza queda atrapada dentro de una esfera de agua. Pese a que lo puedes romper fácilmente, la sensación de ahogo muestra el peligro latente. Aun así, se propagó y conllevó a la muerte de una adolescente de 17 años y otros casos.

Esta vez no fue un niño, tenía edad suficiente para discernir el riesgo, así que es triste ver cuál fue el precio de imitar un fetiche de moda. Lo peor fue que la misma amiga que la ayudó a realizar el acto, contagiada por una risa inconsciente, no se percatara de la realidad ni reaccionara para salvarla.

Sin embargo, esos son solo dos eventos de los infinitos peligros a los que se someten voluntariamente muchos jóvenes.

Otro de ellos es el Parkour, muy popular. Consiste en correr por la ciudad sorteando toda clase de obstáculos (paredes, balcones, escaleras, autos, alturas, etc.) Por muy atractivo que resulte como deporte, muchos han muerto accidentalmente delante o fuera de la cámara, ya sea por sobrestimarse o por un pequeño error que no previeron. Así también se cuentan víctimas entre aquellos que gustan de escalar lugares muy altos sin medidas de protección. Y más los que hacen acrobacias para incrementar el riesgo.

Debe ser duro para los padres, pues cada generación parece tomarse menos en serio los peligros potenciales de esos “retos” que no prueban nada. Cualquier intento docente es rechazado, pero la estupidez se propaga como una explosión encadenada. Quizás la naturaleza del ser humano es la de no valorarse a sí mismo, o puede que la educación de la sociedad en general, o los medios, no sepan enseñar a apreciar algo tan invaluable como la vida.