El Castillo de Cristal

 

Kabir Vega Castellanos

HAVANA TIMES – Así se titula la película que hace poco tuve la fortuna de ver, como siempre de forma pirata y, por desgracia, no subtitulada, sino doblada al español. Aun con esa desventaja, la historia y las actuaciones se adueñan de uno y llegó un momento en que ya ni reparaba en el doblaje.

De hecho, el filme me dejó pensando durante días. Me hizo recordar la alegría de soñar, pero esos sueños de infancia que no están todavía contaminados por los estándares oficiales de éxito. Sueños puros que no buscan impresionar ni complacer.

El filme fue estrenado el 11 de agosto del año que acaba de finalizar. Está basado en el libro que escribió la protagonista, Jeannette Walls, en el que  cuenta la dura pero intensa vida de ella y sus hermanos bajo el cuidado de dos padres tan atípicos que no encajaban en la sociedad estadounidense y con seguridad en ninguna.

Un padre, veterano de guerra, que se oponía totalmente al sistema capitalista, y una madre que para sentirse realizada solo necesitaba pintar cuadros que no eran concebidos con el propósito de ser exhibidos ni vendidos.

Vivían con las raíces al viento, viajando de un lado a otro con la filosofía de: “Hogar es donde quiera que vayas”.

Si el lector no la ha visto aún, la invito a que la busque y la disfrute, pues bien vale la pena. Los personajes, de tan reales y humanos, no se amoldan a ningún estereotipo. Son seres luchando por sobrevivir, por entender la existencia con sus milagros y horrores. Por descubrir su identidad y el sentido siempre cambiante de conceptos, sentimientos, relaciones familiares.

Lo que hoy se presenta de un modo, mañana aparece tan diferente. Porque todo está cambiando, al igual que nosotros mismos, mientras buscamos una fuerza interna que sirva para preservar nuestra esencia en cualquier circunstancia. Una fuerza que no depende de títulos universitarios, de cánones mediatizados de belleza, de los privilegios de un estatus social.

No jugar a ser diferente sino serlo de verdad. Renunciar a la aceptación de la gente, a obedecer las leyes sociales y a su supuesta seguridad.

Sin embargo, no es una película que te induzca a emprender un cambio radical. Solo te muestra la grandeza de la vida misma, sin pretensiones, sin artificios, sin manipulaciones. Lo que significa romper las cuerdas y dejar de ser una marioneta. El aterrador riesgo que implica, pero la libertad que te concede.

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