Una tira roja en la defensa del carro
Jorge Milanes Despaigne
En Cuba es tradición poner una cinta roja en defensa de los autos, se dice que dispersa las energías negativas, es decir, disipa los malos ojos.
En la tarde, regresaba del trabajo. Un auto pasó por mi lado a toda velocidad. Al verlo, me dije que sería un milagro si no chocaba.
Cuando doblé por la esquina, allí estaba entre la multitud, impactado contra un poste de electricidad. Al parecer, el chofer salió ileso del impacto, pero caminaba con un ligero desequilibrio de un lado para otro, con las manos en la cabeza.
Entre los vecinos congregados allí, se escuchaban diversas opiniones acerca de lo acontecido.
“Él sabe que esta calle es preferencial, tenía que haber parado antes de doblar.”
“¡Hay que llamar a la policía!”
Yo buscaba detalladamente para ver si el auto tenía el supuesto amuleto que lo debía proteger, pero no lo encontré; lo busqué por el suelo y tampoco lo vi.
Calle abajo venía María, la chismosa que no se pierde ninguna situación en el barrio.
“¡Dios mío!, ¿cómo fue eso?, ¿y el chofer?, ¿dónde está? -nadie contestó.” Seguro no tenía la cinta roja -continuó diciendo.
Alguien le contestó:
“María, tú siempre quieres estar en todas…”
“Yo solo quiero ayudar.” se defendió.
“Si quieres ayudar, saca el carro de donde está.” otro le sugirió.
“No seas gracioso, sabes que no puedo, además, si hubiera tenido la cinta roja no habría que sacarlo de ahí.”
El chofer en ese minuto estaba agachado en la acera de enfrente, se incorporó y le dijo algo molesto:
“¡Señora, no sea tan supersticiosa!”
El susto del impacto lo había ubicado en un mejor estado, pero continuaba hablando enredado. María lo observaba y al darse cuentas, dijo retirándose:
“¡Claro! No podría tener la misma suerte alguien que maneja borracho…”