Susurro de amantes
Jorge Milanes
La suave brisa entre los árboles de la Plaza de Armas, lugar escogido por los conquistadores españoles para fundar La Habana en 1519, es hoy el sitio donde muchos amantes materializan cada encuentro.
Del mismo modo, otras personas sienten el deseo de relajarse sentados en uno de esos bancos y viajar por los recuerdos. Ahí también tienen su escenario muchos de los proyectos culturales que, entre otras cosas, animan la añeja ciudad y enriquecen el espíritu humano.
Prodigio de este lugar es oír una serenata como las que atestiguaron, o mejor dicho, protagonizaron nuestros abuelos. Además, descubrir una obra del grupo de teatro callejero Gigantería, que pide una contribución a los turistas desde lo alto de sus zancos, o simplemente asistir con la reconocida escritora cubana Soleida Ríos a su espacio Café Amargo, dan cuenta de algunas esencias del espíritu humano: juego, perspicacia y liberación interior. Acercarse a cualquier pareja que esté sentada en un banco y decirle algún verso antes de comenzar la actividad es algo representativo del programa de Ríos.
Al igual que otros contertulios, me aprendí un par de versos a petición de ella y, a las tres de la tarde me acerqué a una pareja que disfrutaba de las caricias:
Buenas tardes, —les saludé con amabilidad— me llamo Jorge, estoy participando de la actividad cultural de la escritora Soleida Ríos, quien a las cuatro de la tarde comienza su peña. ¿Les molesta si les susurro unos versos?
Los dos se miraron sorprendidos y luego se volvieron hacia mí.
Bueno, es la primera vez que nos proponen algo así, pero no nos molesta —me contestó el muchacho.
Recité los versos de Emilio Ballagas que reclutan los sentimientos del amor que espera. Desde luego, les pregunté una opinión, a lo que contestó el joven, ya entusiasmado:
Muy bonito, ¿y dónde me dijo que es la tertulia?…