Los deforestadores

Jorge Milanés Despaigne

Foto: Caridad

Hace unos meses mi vecino Robin, quien tiene un terreno en el municipio Playa, viene atendiendo la hierba crecida y las piedras abandonadas. Él piensa construir allí una casa para sus hijos, aunque conoce lo engorroso de los trámites para hacerse de un reloj contador que mida el consumo eléctrico y otro para el del agua.

Días atrás estuvo en la sección de Áreas Verdes provincial para conseguir la autorización de talado de árbol, pues un ocuje bien crecido había roto la acera que deberá volver a construir una vez derribado el maderable. En esa ocasión no pudieron atenderlo, pero pudo informarse del horario de oficina.

Volvió el miércoles en la mañana y se encontró con que había reunión de especialistas. No entendió que el único día de atención a la población fuera escogido para hacer una reunión y así lo comunicó a la secretaria del director, la única persona disponible en ese momento para atender, o mejor dicho, entretener al público.

Pronto lo atendió la propia secretaria y uno de los especialistas. Con mucha amabilidad le entregaron «la guía», nombre técnico para el caso que le ocupaba, pero le aclararon que la entidad no tenía transporte para mover el árbol y que la máquina cortadora en esos momentos estaba rota.

Ellos mismos le hablaron de una gente que hacía el trabajo por cuenta propia, de ahí que el trámite le trajo sorpresas inimaginadas.

El día de la tala del ocuje, Robin consiguió un buen precio para pagar a los deforestadores y en medio de la faena, Luisa, una mujer que tiene su casa al lado del terreno se entrometió diciendo a los hombres:

“Ay, qué bueno que están quitando el árbol, ¿le cobran mucho a Robin?

Miren que él tiene a sus dos hijos en México. El varón es músico y la hembra, empresaria…dijo.

Por suerte, los taladores no eran tan abusadores, pues a causa del entrometimiento malicioso de Luisa, Robin hubiera tenido que pagar aún más por el empeño de derribar el árbol.

Jorge Milanes

Jorge Milanes: Soy animador turístico y relacionista público. Hace 45 años que nací en un pequeño pueblo costero del este de la Habana llamado Cojímar. Me gustan mucho los viajes y las aventuras, ya conozco bastante sobre mi país y me gustaría conocer otras naciones. Disfruto leer, cantar, bailar, la alta cocina y hablar con gente interesante, que brinde sabiduría y alegría.

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One thought on “Los deforestadores

  • Solo espero que Robin, siembre 3 arboles como mínimos por el que ayudo a derribar. A este paso La Habana se queda sin árboles. Es pasmante ver lo fácil que se hace legal cortar un árbol.. claro como es probable que la conexión con el “desforestador” supone unos pesitos para la encargada de dar el visto bueno… Así van las cosas en Cuba… Y todavía van…eso es algo.

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