Ética profesional & estímulo en Cuba

Jorge Milanés

HAVANA TIMES – Mi colega llegó al trabajo nerviosa, alterada y con la mitad de la cara inflamada.

Desde hace varios días viene quejándose de un dolor en el cordal, que no pudo soportar más y hoy decidió ir al dentista para que se lo extrajeran.

Evidentemente pasó por momentos muy difíciles.

“He experimentado los instantes más terribles de mi vida, ni cuando parí a la niña”, —me cuenta con dificultad, casi sin poder hablar.

“La estomatóloga me estuvo trabajando la raíz del cordal desde las ocho de la mañana hasta las once, a punto de desprenderme la mandíbula. Me puso tres bulbos de anestesia durante todo ese tiempo, y cuando creí que había terminado, le retiré las manos y le dije que no podía aguantar más, que si no sabía, mejor me ponía en manos de un maxilofacial”, —concluyó.

Te hizo una iatrogenia, que es un daño causado por un acto médico, en este caso la manipulación incorrecta al tratar de realizar la extracción, —le digo.

Primero debió hacer una radiografía para ver qué situación tenía la raíz del cordal. Además, casi siempre ese tipo de extracciones las hacen los maxilofaciales. Legalmente eso lleva una demanda judicial.

“Lo sé, pero no quiero complicar las cosas, porque es mi amiga”, —responde.

Al rato de nuestra conversación, me surge una duda. ¿Le llevaste algún regalo a la dentista?

“Sí, porque de otro modo esa situación me hubiera llevado semanas. La única forma, para que me atendiera rápido, era llevándole algo”, me dice.

No quise saber en qué consistió el regalo, pero creo que ahí está la respuesta.

El interés de quedarse con lo que mi colega le llevó, no le permitió tener una visión objetiva y clara del problema. La dentista decidió asumir los riesgos de la extracción, olvidándose del debido procedimiento.

No es un caso generalizado, pero la difícil situación económica del país hace que algunos empañen la ética profesional, incumpliendo con los procedimientos a seguir. Estos arriesgan la pérdida de sus títulos, y por otro lado ponen en peligro la vida de muchos. Aunque la premura para eliminar el dolor puede también nublar la razón del paciente.

Debemos estar conscientes de las consecuencias que se asumen al hacer regalos antes de ser atendidos. No veo mal estimular al médico, pero el equilibrio entre la ética profesional y el estímulo está al final de un tratamiento correcto.