El corazón en la mano
Jorge Milanes
HAVANA TIMES, 15 abril — Ese hombre ha pasado unos días inolvidables en Cuba: montó a caballo, buceó en la barrera coralina, estuvo en Cienfuegos, bailó reggaetón y conga, asó puerco en púa, tomó muchísimo ron y además, quedó flechado.
Hoy regresa a su país. El vuelo sale a las 9 de la noche, camina de un lado a otro del cuarto, está desesperado, no sabe qué hacer mientras mira su maleta encima de la cama:
¿En algo puedo ayudar? -le pregunto.
No, gracias, ya casi todo está en la valija -contesta yendo al baño.
En la calle, un auto suena el claxon.
Un momentooo…. Grito junto a la puerta de la calle, me acerco al chofer:
Enseguida sale, está en el baño.
No hay problemas, tenemos tiempo -me contesta.
Regreso al cuarto, cuando él sale del baño.
¿El chofer llegó? -me pregunta.
Sí, pero tienes tiempo -respondo.
Tengo que pasar a recoger a la chica que va a despedirme al aeropuerto…
Revisa bien todo que no se te quede nada -le señala mi madre.
Lleva la maleta al auto y se despide de todos.
Entonces creí que por fin se había ido. Entro al cuarto. Allí estaba el pasaporte y el tique de avión encima de la mesita de noche.
Bueno, yo no tengo carro ni puedo correr detrás de él, esperaré a que regrese porque seguro virará.
Toda la familia se inquietó, de perder el vuelo tendría que pagar 100 CUC para irse al día siguiente. Dinero con el que no contaba.
Una hora después apareció a toda velocidad, casi con el corazón en la mano, a buscar su pasaporte y el tique de avión. Nos habíamos despedido, así que se volvió a montar en el carro y regresó al aeropuerto.
A los 35 minutos, recibimos una llamada:
Familia, familia, mi vuelo no es para hoy, es para mañana…