Cuba, desde mi visión actual

Por Jorge Milanés

Pacientes en Villa Clara esperan en las puertas de farmacias para comprar sus medicamentos. Foto: cibercuba.com

HAVANA TIMES — Un hombre en Cuba que sea honesto, sincero y cumpla cabalmente con su trabajo para “supuestamente” aportar con su salario de obrero al núcleo familiar, arriesga su autoestima y su vida. Y en el caso del matrimonio, puede incluso perder mujer e hijos, en fin, a su familia. 

Por un lado, está el salario que, pese al reciente aumento para algunos, la mayoría no cubre sus más básicas necesidades y, por el otro, está el desabastecimiento, que tiene los mercados y tiendas estatales. Luego están los negocios particulares y revendedores, que no son productores, sino que compran grandes cantidades de mercancía en dichas tiendas y mercados, para venderlo a precios que solo algunos pueden acceder.

El/la obrero/a que mantiene a su familia tiene que lidiar desde hace décadas con situaciones similares. No conoce el fin de esta larga crisis que con el tiempo ha sido bautizada y rebautizada por el Gobierno con nombres diferentes. La de ahora se llama “coyuntural” y, como siempre, recibe su explicación en un arreciado bloqueo económico y comercial llevado a cabo por el Gobierno de EE.UU.”

¿Y cómo lograr cierta estabilidad en una población en la que cada año el envejecimiento poblacional aumenta y muchas familias tienen que asumir también los cuidados de los ancianos? Esos cuidados se convierten, aunque duela decirlo, en otro problema, pues limita el desarrollo laboral de las personas activas, además del consabido gasto en dietas y medicinas. 

La carencia de medicamentos, que cuando llegan a las farmacias son capturados por especuladores en grandes cantidades, hace del cuidado a los ancianos una lucha campal, porque las colas pueden durar todo un día, e incluso no alcanzar. Tampoco es que el tan llevado y traído precio subsidiado de las medicinas en Cuba sea barato. Tengo un amigo cuyo padre tiene gastos mensuales de 100 pesos, aproximadamente, en medicinas, claro está, cuando las puede conseguir.

Amigo, honesto, sincero y trabajador, que por demás acaba de perder su matrimonio debido a las carencias económicas que lastraron su relación. Pero, “¿!Cuba está entre los países con mayor bienestar social”!?.

Jorge Milanes

Jorge Milanes: Soy animador turístico y relacionista público. Hace 45 años que nací en un pequeño pueblo costero del este de la Habana llamado Cojímar. Me gustan mucho los viajes y las aventuras, ya conozco bastante sobre mi país y me gustaría conocer otras naciones. Disfruto leer, cantar, bailar, la alta cocina y hablar con gente interesante, que brinde sabiduría y alegría.

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2 thoughts on “Cuba, desde mi visión actual

  • El salario en cuba no es para los tiempos actuales, el costo de la vida a subido mucho es imposible costear solamente la alimentación, no pensemos en otras cosas que son básicas, la canasta básica no es ni un diez por ciento de los años ochenta, no cubre la alimentación básica, faltaría la ropa, pongamos vacaciones, tener una casa decorosa, pintada y que funcione todo el sistema sanitario, no creo que con un salario se pueda tener mucho de lo que es básico y no lo llamemos lujo.

  • Amigo, Cuba es un país complejo y difícil de entender hasta para nosotros los cubanos. A veces veo un extranjero desde fuera pretendiendo darnos cátedra de lo bueno de esto y lo bueno de aquello, pretendiendo conocer este país. Y me río, porque es imposible ciertamente. Aquí cualquier abuelito de Europa o Canadá, que vive de una pensión, viene y conquista enseguida a una muchacha de 20 años que no lo piensa dos veces para despachar al novio de 25 años. Un hombre joven con los brazos gruesos y duros, con títulos universitarios o de técnico medio, y que no le duele ni los cayos, no es competencia para un jubilado del primer mundo. Hay sus excepciones, pero esa es la realidad de la revolución de los humildes y para los humildes. Además los precios en Cuba están para todos pero fueron diseñados para los salarios de la Florida norteamericana. Como dice el animado mambí: ¡qué país!

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