Cazador de ofrendas

Jorge Milanés Despaigne

Calle de Cojimar. Foto: Caridad

HAVANA TIMES — A lo lejos, veo la sombra de alguien con un saco al hombro que avanza despacio. Camina en los límites entre el mar y el río. Está ¿cansado?

De vez en vez, coloca el bulto en el suelo y se agacha, parece que busca algo, pero, ¿qué?

Por la orilla del río de Cojímar, la mañana trae una fresca y soleada brisa que hacen de este lugar mi paraíso: el Golfito,el Cachón, las lanchas. Todo el escenario geográfico de mi pasado me recuerda, en particular, mi niñez.

Observo y escucho los detalles; el sonido de las olas del mar, y el río, justo donde ambos se abrazan con la tierra. Un pelícano canta y se lanza al mar en busca de una presa. Yo lo veo, sale con el pez aleteando casi dentro de la bolsa mientras alza el vuelo.

Hay algo en el ave que me recuerda al hombre con el saco. Pero a diferencia de la primera, este busca, pero no encuentra.

A lo lejos, en la misma orilla, Juan, Francisco, José, Amalia y los demás, terminan ya de tocar los tambores en ofrenda religiosa a los dioses afro. Han usado chivos, patos, gallos y algunas clases de frutas tropicales. Van cerrando la ceremonia y se marchan. Los sigo un rato con la vista.

Entonces el del saco se lanza. A diferencia de su homólogo alado no toma altura para caer sobre las ofrendas de los orishas; el chivo, el pato, el gallo y las frutas. Con agilidad los acomoda en el saco, se lo echa al hombro y camina en dirección a mí. Algunas cabezas de animales cuelgan por fuera. Las veo.

– !Chama, hay que vivir!  Me dice moviendo la cabeza al pasar por mi lado.

No estoy seguro del paradero de aquellos animales, pero tampoco me interesa.

Jorge Milanes

Jorge Milanes: Soy animador turístico y relacionista público. Hace 45 años que nací en un pequeño pueblo costero del este de la Habana llamado Cojímar. Me gustan mucho los viajes y las aventuras, ya conozco bastante sobre mi país y me gustaría conocer otras naciones. Disfruto leer, cantar, bailar, la alta cocina y hablar con gente interesante, que brinde sabiduría y alegría.

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6 thoughts on “Cazador de ofrendas

  • Cuando yo era niño, recuerdo que había, a una cuadra de mi casa, un árbol en el que ponían ofrendas: frutas, alguna que otra mano de plátanos, y siempre una bolsita donde podía haber hasta 5 pesos en menudo. Mis amigos y yo velábamos la mata, y competíamos en quién se apropiaba de la bolsita.
    Muchos dulces compre yo con ese dinero.

  • Depi.

    En mi pueblo muy pocos se atrevían a tocar esas cosas. Salvo algunos como mi abuelo que lo hacía para joder a mi abuela q era muy miedosa y luego le echaba la culpa por cualquier cosa que pasara a que él había recogido algo

  • Jorge:

    Me cruzaste con lo del “homólogo alado”…¡Candela, tigre!

  • En fin…. como es que se dice?

    Gracias Fidel!

  • Al menos en Cuba algunos aprovechan estas ofrendas para cosas mas utiles. Hialeah esta llena de brujeria de recien llegados pidiendoile a todos los orishas cuanta necesidad material y espiritual no pueden resolver por sus propios medios. En las esquinas lo mismo vez melones reventados, que un cartucho con una paloma blanca muerta, o kilos por dondequiera y ni se respeta la propiedad privada : te tiran una bolsa de nylon negra con un chivito sin cabeza en el arbol frente a la casa. en fin, algo mas del Hombre Nuevo.

  • Bien escrito Jorge, ya me estaba deleitando con las pinceladas de Cojimar y de repente el “homologo alado” se lleva el banquete en el saco. Se me antoja imaginar que viste al oricha recibiendo la suculenta ofrenda. A diferencia del cristianismo los dioses africanos estan en las piedras, los arboles y tal vez en los ancianos desamparados.

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