Aguacate
Jorge Milanes Despaigne
HAVANA TIMES — ¡Aguacate…! Así les decían hace unos años a los jóvenes que ingresaban en el servicio militar. Evidentemente debido a la coincidencia entre el color del uniforme con el del aguacate. Pero no pienso hablar sobre reclutas.
Esta mañana, al pasar por el agromercado, la pizarra mostraba el listado de productos y precios. El aguacate estaba a $2.50 la libra. Algo extraño, porque generalmente suelen venderlo por unidad, y en dependencia de su tamaño así será el precio, siempre entre los cinco y los quince pesos.
Delante del mostrador me paré a observar y sacar cuentas de lo que veía. No me quedaba muy claro si de esta forma salía más caro o más barato.
Decidí pedirle al dependiente que me pusiera un aguacate pequeño en la pesa (de los que hubieran costando cinco pesos) para ver la relación entre el precio por libras y el precio por unidad.
¡Yo no soy el que pone los precios aquí, este agromercado es estatal!, se dio cuenta de lo que estaba haciendo y continuó. Siempre están en las mismas, aquí los precios los pone el Estado, ustedes lo toman o lo dejan, continuó diciendo enojado.
Me adelanté hasta otros mostradores dentro del mismo agro y en todos percibí que los demás dependientes tenían la misma actitud. Encontré a mi vecina pegada a una de las tarimas con un ejemplar en la mano, le daba vueltas y comprobaba si estaba listo para comer.
¿Por qué compras aguacates aquí?, le dije, algo incómodo por lo que había acabado de ver. En la esquina los hay más grandes, maduros y solo cuestan cinco pesos. ¿No te has dado cuenta que te están robando?
– Sí, mi hija, pero de todas formas no es la primera vez, en cualquier parte te estafan.