¿Una vida mejor?

Jorge Milanes Despaigne

El Cine Payret.

Ayer cuando caminaba de prisa al cine Payret (era la hora de entrar a la función) un joven sujetado a una pared del costado del cine atravesaba una situación embarazosa.

Era un muchacho que no pasaba los veinte años, trigueño, delgado y con ojos claros, vestía una ropa de color roja, ajustada a su cuerpo, que le hacía notar su musculatura.

Pero el chico a esa hora estaba contra la pared, asediado por un hombre que a juzgar por su aspecto, sobrepasaba los cuarenta y cinco años, blanco, pelo negro y sumamente gordo. Pude percibir que le hablaba en voz baja al joven que podía ser su hijo, quien le prestaba atención pero en su cara podía leerse el deseo de no estar ahí.

Me di cuenta lo que estaba pasando, pues el muchacho me miró avergonzado; sin embargo, poco o nada podía hacer, de modo que me comporté displicente.

Hubiera querido golpear al gordo que manoseaba su billetera con la apetencia de comprar unas horas de sexo con “el parvulito.” también ser el padre de este último y conversar las horas que tal vez los adultos que conviven en su casa, olvidan por estar metidos en sus propios asuntos.

Ojalá no tuviera que tropezarme con realidades como esta por las calles de mi ciudad. Gentes sin estudios, traficando su cuerpo, atravesando problemas no solo económicos, sino familiares, inmersas en un círculo del que es difícil salir por sí solas.

Y la ignorancia de los padres (o su complicidad), con frecuencia alejados de una correcta educación para sus hijos, sin dudas descuidan el destino que les puede deparar a estos que barajan su suerte por un puñado de dinero y las promesas de una vida mejor.

One thought on “¿Una vida mejor?

  • El muchacho te pidio ayuda y mirastes para la otra parte, con la forma que te miro ya te estaba diciendo todo, no tenia necesidad de decir nada

    Hubiera querido golpear al gordo que manoseaba su billetera con la apetencia de comprar unas horas de sexo con “el parvulito.” también ser el padre de este último y conversar las horas que tal vez los adultos que conviven en su casa, olvidan por estar metidos en sus propios asuntos.

    P’q no lo hicistes, te comportastes como su papa

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