¿El pescado o el exceso?

Jorge Milanés Despaigne

Es conocida por muchos la importancia alimenticia del pescado, que entre sus propiedades tiene hierro y los ácidos grasos omega-3.

El hierro es muy bueno para el cerebro humano, al menos es lo que me ha dicho mi madre y así le decía a un tío mío que me afirmó: “no sé entonces por qué hay tantos entretenidos en Caibarién.”

Yo no comprendí bien a este tío, hasta que durante estas vacaciones tuve la oportunidad de conocer el lugar, lleno de un encanto singular por el trazado rectilíneo de las calles, las casas coloniales aún de pie, y su gente, tan amable como conversadora.

Desde luego, estando en un pueblo de pescadores, me animé a comer pescados y mariscos en diversas variantes y acaso por el exceso, pasé una noche en el hospital producto de los vómitos que me llevaron casi a la deshidratación.

Debió ser la ensalada de pescado del restaurante donde comimos, o tal vez el arroz con camarones y cangrejos… A ciencia cierta no sé qué me provocó aquel estado.

Mientras el suero caía muy lentamente en vena, mi tía se había dormido en un sillón al lado de la cama donde yo reposaba. Sin poder conciliar el sueño, me puse a recordar la terminal de guaguas, la playa, Cayo Conuco, el restaurante y La Pista, que es un lugar bailable.

Me di cuenta que en casi todos esos lugares había visto a algún loco o débil mental y recordé las palabras de mi tío…

Al amanecer desperté entre un jolgorio en la sala del hospital. Los familiares de un señor encamado le pedían explicación al acompañante.

Pensé que había ocurrido lo peor, pero mi tía entre dientes, me dijo:

“No te preocupes, el hombre está vivo.” La familia le había preguntado al acompañante si el enfermo se había tomado las medicinas, a lo que respondió muy serio: “Ay, no, a él no le dieron medicinas sino a mí y yo sin pensarlo, las tomé.”