Transgénicos a la vista (II)

Isbel Díaz Torres

Ocultar las contradicciones económicas, políticas y éticas del cultivo de transgénicos es impensable para cualquier ecologista. La pública realidad del maíz genéticamente manipulado en nuestros campos me dice que es urgente actuar.

Soy biólogo, pero hace años me alejé de la investigación científica. Eso me ha dado una perspectiva diferente al resto de mis colegas. Lamentablemente “discreción” es lo que nuestra institucionalidad científica entiende por “ética.”  Bajo ese rótulo se ocultan, en contra del deseo de mis colegas, muchos de los errores de la práctica de la ciencia en Cuba.

En el caso específico de maíz me preocupa mucho la “contaminación genética.”  A diferencia del proceder de las trasnacionales, nuestras semillas no serán estériles, de modo que los campesinos tendrán total libertad de reproducirla. Mirado así es plausible, pero no habrá manera de controlar su expansión por toda la isla. Sabemos que en países con más control que el nuestro (pienso en Japón o Dinamarca), aún aplicando rigurosas medidas, no han podido impedir la presencia del gen en variedades naturales.

Según se lee en la prensa cubana digital, este maíz puede ser consumido por la población, sin embargo por el momento está destinado a pienso para animales… Eso, evidentemente, me hace sospechar.

Si existe la total certeza de que no es dañino al hombre ¿por qué entonces limitar su uso?  Sucede que tal certeza no es cierta. No existen estudios suficientes acerca del efecto sobre la salud humana. Menos aún se dispone de un método normalizado y certificado por la comunidad científica, para evaluar la peligrosidad de un alimento genéticamente modificado.

Un grupo de amigos hemos inaugurado “No al maíz transgénico en Cuba,” un espacio en Facebook para debatir estos y otros asuntos relacionados. Ideas muy diferentes intentan dialogar, y cargamos con el fardo de no habernos ejercitado en el debate respetuoso y fértil. Sin embargo, no dejaremos de intentarlo.

Se prevé que para el año 2015 este proceso global de extensión de los transgénicos duplique los millones de hectáreas sembradas en el 2007. Esta alarmante tendencia intentaremos detener los que hoy comenzamos esta lucha.

Isbel Diaz

Isbel Díaz Torres: Pinar del Río y La Habana son mis ciudades. En una nací, el 1º de marzo de 1976, y en la otra he vivido desde siempre. Soy biólogo y poeta, aunque eventualmente he sido músico, traductor, profesor, informático, diseñador, fotógrafo, o editor. Soy un gran inconforme y defensor de las diferencias, quizás por haber sido desde siempre un “niño modelo” muy reprimido. Nada me subyuga más que lo desconocido, la naturaleza y el arte me funcionan como fuentes de misterio y desarrollo. Un sorprendente activismo ha nacido en mí en los últimos tiempos. Aunque no estoy muy seguro de cómo utilizarlo, siento que es una energía noble y legítima. Ojalá tenga discernimiento para manejarla.