Salvemos la Aduana de Cuba

Isbel Díaz Torres

HAVANA TIMES – “Salvemos la Aduana de Cuba” parece estar diciendo sin ninguna sutileza la prensa oficialista cubana, pues en los últimos meses le ha dado constante seguimiento a cuanto sucede en esa institución, para hacerla parecer muy ocupada.

Después de las desfavorables reacciones del público ante las antipopulares medidas adoptadas para limitar aún más la importación de bienes por parte de los viajeros, los periodistas parecen haber recibido la “orientación” de ilustrar a la gente de la isla lo buena y necesaria que es la Aduana.

La semana pasada el control del capitalino Aeropuerto Internacional José Martí detectó una encomienda de 0.940 Kg de clorhidrato de cocaína en polvo, procedente de Sudamérica y destinada al mercado interno de consumo, y el hecho fue reseñado.

De acuerdo con la información publicada por el sitio de la Aduana y Prensa Latina, la sustancia viajaba oculta en el interior de la batería de un Bafle Multifuncional, marca Kingsong, que formaba parte del equipaje no acompañado de un viajero cuyo nombre no fue revelado.

El infractor alegó desconocer el contenido de la carga, por decidirse a “vender parte de su derecho en libras de equipaje” debido a su “situación económica apretada”, y ahora se enfrenta a un proceso penal ante tribunales de la isla.

Lo curioso de esta noticia, es que se trata de menos de 1 Kg de cocaína, una cantidad irrisoria en cualquier aeropuerto del mundo, incluidos los cubanos.

En 2012 fueron detectados por los aduaneros 40 casos de intento de entrada de drogas a la isla, y se incautaron apenas 39,5 Kg de estupefacientes en todo el año. En 2013 se frustró un total de 43 casos, pero las cifras oficiales ofrecidas por Prensa Latina no rebelaron la cantidad de droga.

El 1 de septiembre pasado el diario Granma publicó otro reportaje sobre cómo era el comportamiento en la Aduana de la terminal 2 del Aeropuerto José Martí.

El mismo periodista reconocía de inicio que “Quizás la apreciación resulte prematura, teniendo en cuenta el poco tiempo transcurrido desde la entrada en vigor” de las nuevas regulaciones (que fue ese mismo día); pero era impostergable, por el desprestigio sufrido por la Aduana, decir con rapidez que todo marchaba sobre ruedas.

Con anterioridad, el 5 de mayo de este año, Cubadebate refirió el caso de un pasajero que robó el dinero a otro, y gracias a “la rápida y profesional actuación de la Aduana y sus funcionarios en este caso”, mirando las camaritas de seguridad, descubrieron al ladrón.

El titular en este caso no fue el robo, sino “Frustra la Aduana intento de robo en el Aeropuerto Internacional José Martí”. Es lo que se llama “intencionalidad” en la noticia, y mientras los casos de “heroísmo aduanal” se repiten con rara sistematicidad.

Abundan los ejemplos de cómo, por hacer lo que normalmente deben hacer, los aduaneros se llevan el mérito de llegar a las inaccesibles páginas de la prensa oficialista cubana.

Entonces, no deben preocuparse “los actualizadores”, ni la Aduana. Cuentan con una prensa bien amarradita que los salvará, de seguro, ante la opinión pública internacional. Pero solo ante esa, pues a los cubanos el periódico Granma les dura solo hasta la hora de ir al baño.

Y además, cuando a nuestros familiares los aduaneros les quitan algo en el aeropuerto, se entera el barrio entero, aunque no salga por la prensa.