Visión de dos extranjeros

Irina Pino

Extranjeros en el restaurante Doña Eutimia, en La Habana Vieja.

HAVANA TIMES — Casi sin querer, mientras esperaba, sentada en la Plaza de Armas, a mi amiga y colega de Havana Times, Verónica Vega, escuché una conversación que sostenían dos extranjeros; la chica era argentina, y el chico, por su apariencia y acento, me pareció europeo, aunque hablaba el español con mucha fluidez.

Se acababan de conocer, y cada cual contaba sobre los lugares que había visitado en La Habana y en algunas ciudades de provincia, pero lo que más llamó mi atención fue la manera en que hablaban sobre el comportamiento de los cubanos.

La argentina se quejaba de que apenas podía pasear tranquila, pues enseguida le salían al paso personajes que la invitaban a salir, otros que le ofrecían sitios para pernoctar, restaurantes o, simplemente, algunos que querían hacer amistad. También solían decirle piropos groseros.

Por su parte, el europeo, decía que no hallaba la manera de definir cuándo una mujer se interesaba por sus encantos o solo quería llevarlo directamente a la cama, y después exigirle una cantidad de dinero.

Él buscaba compañía, por supuesto, pero no sabía qué hacer, porque dudaba de si lo que realmente querían era a su persona o su billetera.

Los dos coincidieron que la mayoría de las mujeres andaban con vejestorios y fingían sentirse enamoradas, para luego tumbarles el dinero, descaradamente; que no se podía confiar en ninguna. De igual modo, abordaron que conocieron casos de parejas de cubanos que se ponían de acuerdo, y uno de los dos jineteaba con permiso del otro.

Su desprecio era evidente. Al rato, hicieron planes para verse en la noche, se levantaron y se fueron.

Quedé con rabia por no poder defender a mi gente, y con ganas de decirle que no todas las mujeres y hombres cubanos se prostituían, y que había casos y cosas que marcaban la diferencia.

Es imposible emitir un juicio sobre nosotros, sin profundizar; no hay visión posible sin un acercamiento realista. En un hotel, desde una cómoda habitación, no se puede llegar a conocer a nadie.

He conocido a extranjeros amables, que saben definir quién es quién, y no ofenden ni generalizan.

 

Irina Pino

Irina Pino: Nací en medio de carencias, en aquellos años sesenta que marcaron tantas pautas en el mundo. Aunque vivo actualmente en Miramar, extraño el centro de la ciudad, con sus cines y teatros, y la atmósfera bohemia de la Habana Vieja, por donde suelo caminar a menudo. Escribir es lo esencial en mi vida, ya sea poesía, narrativa o artículos, una comunión de ideas que me identifica. Con mi familia y mis amigos, obtengo mi parte de felicidad.

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7 thoughts on “Visión de dos extranjeros

  • Sin comentarios,que de “ESA ” clase los he visto mucho en cuba,,en sus paises no lograron Ni la escuela intermedia y al llegar allá, claro sin informarse ( leer no es su fuerte) pues chocan con la mentalidad ,no justifico mis cooterraneos Pero cuanta insolencia el visitar un pais y antes no informarse ( costumbres,economia etc) ,,yo sólo les he dicho : si no Te gusta PA que carajo vienes???,,

  • La verdad duele pero no ofende. Esos extranjeros narran SU experiencia, que es bien real y muy extendida. Me ha pasado a mí que no soy extranjero.

    ¡Gracias Fidel!

  • Con menos de 1% que se dedique, aunque sea a tiempo parcial o trabajo ocasional, al oficio mas viejo ya de produce ese efecto en los visitantes. Vaya a una universidad y escoja cien estudiantes al azar y seguro que encuentra a uno que no tiene problema en sexar un rato por, digamos, 50 CUC. y si eso es así en una universidad ¿Qué queda para el resto?
    A eso le sumas una cultura de interpelar a las personas por la calle.
    Ya ‘ta

  • Tomasita resa por que no dejen de venir porque sino de que vas tu a vivir???

  • Pues Irina, no entiendo porqué no los increpastes? Con toda la moral del mundo debiste haberlo hecho.

  • Pues por supuesto que hay cubanos asi, pero no son la mayoria ni mucho menos. En todas partes hay de todo, como en la viña del Señor. Al final, uno mismo le pone el freno a los indeseables que vienen a molestarte.

  • No veo por qué involucrarse en una pelea con ellos, fue su experiencia y punto.

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