Una semana sin gas

Imagen del regulador de gas

Por Irina Pino

HAVANA TIMES – El comienzo de 2025 no ha traído nada bueno, empiezan a desatarse problemas que no están en nuestras manos resolver; les cuento de la última vicisitud que tengo. Es con respecto al gas licuado, con el que cocino.

Desde hace, exactamente, una semana no tenemos gas en nuestro edificio. Una vecina llamó a la empresa para que vinieran a revisar un salidero que había desde hace tiempo. Entonces vinieron unos empleados y cortaron el gas. Además, alegaron que el regulador no funcionaba, y también la tubería que va por debajo del suelo estaba podrida.

La cosa es que antes de irse dijeron que al día siguiente vendría una brigada de mantenimiento a cambiar la tubería, y luego otra brigada traería un regulador nuevo.  Pero nada de eso sucedió, al cabo de cinco días, vino la brigada a poner el regulador, y como vieron que la brigada de mantenimiento no había venido a cambiar la tubería, se fueron.

La vecina mía y yo hemos estado llamando a la empresa para reportar nuestro caso y sólo se valen de mentiras, dando números de teléfonos donde nadie atiende, y diciendo que los de mantenimiento no trabajan los fines de semana.

Ayer estuvo la brigada de mantenimiento trabajando por casi una hora. La verdad, dicha por ellos mismos, es que no tienen tecnología para reponer lo que está dañado, no cuentan con piezas nuevas, sino que están recurriendo a remiendos que no solucionan nada, pues todo vuelve a descomponerse y no dura apenas.

Un amigo me contó que en su casa hubo este mismo problema, y un trabajador le vendió un regulador de gas en 2 000 CUP, y así fue como pudo resolver su problema.

El gas tampoco viene como es debido, tiene demasiada agua, y por esa razón causa tantos estragos en las tuberías y los reguladores.

Gracias a una amiga del barrio que me prestó una hornilla eléctrica, estoy cocinando, porque todavía hoy no ha aparecido ningún trabajador de la empresa del gas.

La realidad es que cada día que pasa los servicios públicos se deterioran y dañan a la población. No hay manera de revertir el maltrato ciudadano. Hay que armarse de paciencia y buscar alternativas para sobrevivir. Ahora lo que necesito es comprarme ollas eléctricas para poder cocinar. Lo que pasa es que para eso se requiere de la moneda convertible, porque el estado no es capaz de vender ese tipo de mercancía en moneda nacional, ni siquiera a crédito.

Aquí, la moneda que imperará en un futuro cercano será el dólar y el euro. Ya existe una tarjeta para adquirir gasolina en dólares; están habilitando tiendas en dólares por toda la isla. ¿Qué más?

Y yo me pregunto, ¿quién pagará por nuestras vidas y por todo lo que hemos pasado a lo largo de más de sesenta años de Revolución? Vivimos en un país que sólo los que tienen dinero pueden tener una vida cómoda. La vida del ciudadano de a pie vale menos que un grano de arroz.

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