Reina María Rodríguez y sus poemas

Por Irina Pino

Reina María Rodríguez en la Torre de Letras
Reina María Rodríguez en la Torre de Letras

HAVANA TIMES — Hace poco se presentó una antología de poesía de Reina María Rodríguez, Luz Acuosa, publicada en Chile después de haberle sido entregado el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda 2014. Esta reúne un conjunto de textos de diversos libros de poesía, se encuentran poemas de La gente de mi barrio, Para un cordero blanco, Catch and release, Páramos, Travelling, El libro de las clientas, La foto del invernadero, La arena de Padua, El piano, Poemas de navidad, Tulip de liebre, Tulip de oveja, Las fotos de la señora Loss, entre otros.

Los poemas de Reina María Rodríguez, dejan constancia de una vida plena dentro de la poesía, vista a través de unos ojos que enmarcan un panorama cambiante por décadas en una isla sui géneris, como una suerte de antología interna y externa, donde sus vivencias, temores, dolores, tristezas y alegrías, se representan con su manera particular de observación. Pero ella va más allá, y se reconoce en autores universales como la inglesa Virginia Woolf.

Los temas de Reina son inacabables, puede ser cosas tan disímiles como un espejo sin azogue, un viejo escaparate, un piano repleto de comején, una manzana, los gatos, los perros, los gallos, todos los temas que pueda ser cosidos a su propia existencia. También es ella misma, reciclada siempre, provista de interminables rostros, jóvenes, maduros y ancianos,
lozanías y decadencias a consumir por sus fieles lectores.

Nos acerca a sus experiencias de viajes, que no llegan a ser diarios, pero que ciñen los instantes de los detalles, apropiándose de ambientes y naturalezas, transformándolos en “cosas con alma”. Reflexiones con ella misma y con los demás, que nos envuelven en dilemas o brisas suaves, marinas. Su apego al mar, al líquido azul, a la lluvia, al agua que cae a través del techo en forma de gotera, y que ella atrapa para hacerla verso.

Su sencillez, no la exime de internarse en complejos recovecos, de universos locales, pletóricos de incidentes familiares, donde los animales tienen sus propias historias:

“la perra negra cayó/desde el muro más alto al centro de la calle.
sin escándalo cayó./ los niños no la vieron caer ha saltado en
la mañana de septiembre. /otras cosas cayeron también”

Están también los viajes, y los “otros viajes”, los que gesticulan, que tienen piel, voz, vida y muerte, que patalean y tiemblan dentro de “esa luz acuosa”, que también alienta en la memoria, en los recuerdos de la niñez, en los intentos de no dejar nada por decir: diálogos cotidianos de una mujer con el tiempo y sus fantasmas.

Irina Pino

Irina Pino: Nací en medio de carencias, en aquellos años sesenta que marcaron tantas pautas en el mundo. Aunque vivo actualmente en Miramar, extraño el centro de la ciudad, con sus cines y teatros, y la atmósfera bohemia de la Habana Vieja, por donde suelo caminar a menudo. Escribir es lo esencial en mi vida, ya sea poesía, narrativa o artículos, una comunión de ideas que me identifica. Con mi familia y mis amigos, obtengo mi parte de felicidad.

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