Número trágico

Irina Pino

HAVANA TIMES — El 27 resulta, para muchos, un número trágico. Hay un círculo oscuro que une a personas especiales; eventos que van a aparejados con el misterio y la leyenda.

Se habla del Club de los 27, en el que los nombres de Jim Morrison, Janis Joplin, Brian Jones, Kurt Cobain, Jimi Hendrix, Robert Johnson y Jean Michel Basquiat forman parte de la lista de los que murieron a la temprana edad de 27 años.

Morrison y Joplin eran personalidades rebeldes, se parecían en sus excesos. El poeta y la chica de voz rasgada, ambos generadores de euforia colectiva, sabían huirle al temor bajo el ala de los narcóticos, pero también eran obras vivientes en sus interpretaciones y estéticas. Los músicos devenían en ecos interminables. Dos muertes envueltas en la tragedia. Enigmas que perviven para sus adoradores. Jim se fue a morir a París; Janis, a la soledad de un hotel.

Sin embargo, ellos padecieron desde niños incomprensiones de familiares y amigos, se ocultaron tras máscaras para sobrevivir en un mundo de incomunicación y violencia.

Brian Jones, Kurt Cobain, Robert Johson y Jimi Hendrix impusieron sus propias reglas y estilos dentro de la música, fueron innovadores y dejaron constancia de “lo singular” en sus creaciones. Sus posibilidades de experimentación rompían límites. En sus extravagantes fallecimientos hallamos cierta lógica, equiparable a vidas y circunstancias convulsas.

Jean Michel Basquiat, el artista negro del graffiti, se hizo famoso en la década del 80, como uno de esos milagros que aparecen y desaparecen, provocando encantamiento en la gente. Su obra, marcada por el expresionismo, nació en los barrios marginales y tuvo una carga pletórica de originalidad por su inocencia y fuerza vital.

Recreaba en las paredes dibujos con mensajes filosóficos, contestatarios, que salían sin esfuerzo, abigarrados entre el grito, el sarcasmo o el dolor. Y no solo era su propia voz, sino la de todos los marginados. En ella cobraban aliento jazzistas, boxeadores, escritores, ídolos negros y personajes olvidados por la industria cultural del “hombre blanco”.

The radiant child, es un documental dirigido por Tamra Davis, realizado con videos recopilados que se le grabaron al artista en vida; aquí vemos a un joven de mirada limpia, infantil, algo extraviado, sin saber qué hacer con su aptitud. A pesar de que Andy Warhol lo tomó bajo su protección, sufrió, y fue en ocasiones manipulado por sus marchantes. El dinero, la fama, sus andanzas con el mundo de la farándula, lo apartaron de sus amigos. Tenía, como dice la frase de un poema de Mario Benedetti: “Una soledad tan desolada”, que fue inevitable que se autodestruyera.

Sus trabajos visuales decoraban el entorno citadino de Nueva York, tapizando paredes, vallas, andenes, vagones. Luego, con el éxito, se dedicó a la pintura, variando sus tendencias. El peligro que implica vivir en las calles se reflejó en sus cuadros. Su predisposición a la muerte era una constante en su discurso. Las drogas lo aniquilaron o simplemente le dieron la ilusión que necesitaba.

Lo extraño es que todos estos artífices, dentro de la numerología, tienen un número kármico similar, que oscila dentro de los mismos rangos, con respecto a sus fechas de nacimiento, personalidades y días de muerte.

Aún así, son muertes innecesarias, de personajes variopintos y de enorme talento. El abuso de drogas, accidentes, suicidios y, sobre todo, manía autodestructiva, es la causa común que apuró sus finales.