Nuevo año, reflexiones. ¿Valoramos lo que tenemos?

Por Irina Pino

HAVANA TIMES – Mi 31 de diciembre fue una mierda. No salí de la casa. Me puse a ver el final de una serie televisiva. Mi plan de compartir con amigos tuvo que ser cancelado por culpa del accidente, seguido del proceso de convalecencia que, en mi caso, será largo.

Algunas de las escenas de la serie Parenthood fueron el colofón de una tristeza que dura varios años, el recuerdo de un clan familiar unido; acontecimiento alegre, reuniones de una familia cubana normal, comida de fin de año, mis sobrinitos jugando, corriendo por toda la casa, y mi padre que pedía el segundo plato…

Nada de esto sucederá más, la familia se fragmentó, ahora residen en USA; mi padre murió hace tres años. En Cuba solo quedamos cuatro gatos. Una cadena con eslabones imposibles de componer.

Pienso que le pedimos demasiado a la vida, aunque casi nunca nos detenemos a pensar en el valor de lo que tenemos, en la importancia de compartir las alegrías del diálogo, el amor; también las peleas con nuestros seres queridos y amigos.

Si reflexionamos bien, nuestros deseos se basan en pensamientos materiales: tener éxito y dinero. Y en realidad, perdemos lo que más nos hace falta: la compañía, experimentar momentos únicos.

Los giros imprevistos, me hacen pensar en la fragilidad de lo humano, en lo efímero de la vida. Hace unos días, aquí, frente a mi casa, se armó gran alboroto, vinieron carros de policía, ambulancias y una brigada de rescate. Un chico se ahogó, el médico pudo reanimarlo por unos minutos, sin embargo, murió en la ambulancia camino al hospital. Tenía solo 22 años.

Qué dolor terrible para su familia, que no volverá a ver su rostro, a tenerlo entre ellos.

Esas desgracias suelen ocurrir en las zonas costeras, cuando las personas se meten en el mar desafiando el mal tiempo, no es nada nuevo. Son acontecimientos trágicos por negligencia de los implicados. ¿Quizás estar en el lugar, en el momento equivocado? ¿El karma acaso?

No tengo respuesta, solo me animo a reiterar que no aquilatamos el verdadero valor de la existencia. Estamos de paso, sí, pero podemos ser mejores, actuar con acciones salvadoras, positivas, dejar un legado para que nos recuerden. Es triste vivir sin un objetivo.

Digo lo siguiente: hay que buscar alternativas útiles para ser felices. A mí me llena el espíritu el arte en todas sus formas. No puedo vivir sin escribir, necesito hacer mi propia realidad (la otra).

Las circunstancias, el azar, son sutiles conspiradores, no obstante, los seres humanos debemos prepararnos para acercarnos a los que amamos, sentirnos en armonía con nosotros mismos y con el universo, a pesar de todas las dificultades que tengamos que afrontar.