La Obra del Siglo, el fracaso de una planta nuclear en Cuba
HAVANA TIMES – La primera central de energía electronuclear cubana, fue un proyecto en coordinación con la antigua URSS. Comenzó a gestarse en la década de los 80, en Juraguá, al sur de Cienfuegos. Para ello se trajeron equipos y tecnología de esa nación. Además, se construyó un barrio residencial para los trabajadores y sus familias.
Hace poco vi en la Fundación Ludwig de Cuba, La obra del siglo (2015), recreada en este lugar. El filme, dirigido por Carlos Machado Quintela (La piscina), gira alrededor de una relación patriarcal entre tres generaciones diferentes: el abuelo, el hijo y el nieto, quienes conviven en un apartamento que le asignaron al hijo, un ingeniero que estudió en la Unión Soviética.
Son hombres sin mujeres, cargados de problemas y frustraciones. El abuelo es un machista acérrimo que sabotea la nueva relación amorosa del hijo, que apenas comienza; el nieto vive a la espera de una novia que nunca vuelve. El día a día es un campo de batalla, con fricciones que los llevan a estar en constante violencia psicológica y física.
Es interesante que la historia personal se amalgame a la historia de la antigua planta. Aunque, a decir verdad, el guión no tiene un peso necesario para sostener el largometraje; por lo que el realizador se valió de tanto material de archivo, que causa saturación. Ya en los noventa, con el derrumbe del campo socialista, el proyecto de la central nuclear se paraliza.
Continuamente se ven rostros de habitantes y trabajadores de la zona, dejando una huella de dolor por lo que nunca fue. Mucha gente sencilla realizando trabajos en el campo, porque ya no les quedó más remedio. Hay una imagen de la planta, en la lejanía, como un icono derrotado. Tal parece que habitan en una ciudad fantasma.
La producción adolece de un audio que se escucha enrarecido; la imagen en blanco y negro transmite ambientes cargados. Lo cierto es que la narración tiene un acabado rústico; incluso, en su montaje, hay un perro que muere y después reaparece en otra escena.
Abundan locaciones grises, como si se tratara de algo que va desmoronando sin remedio. Las escenas se mueven entre lo real y lo surreal. No hay nada hermoso alrededor.
A pesar de sus defectos y aires pesimistas, conquistó varios premios internacionales, como el Listapad de Plata, en el Festival Internacional de Minsk Listapad, y el Premio Ivos Tiger, en el Festival de cine de Rotterdam, Holanda, entre otros.
En el elenco se destacan los actores ya fallecidos Mario Balmaseda y Manuel Porto, y el siempre histriónico Mario Guerra.
Esta es otra película que demuestra el fracaso de un sistema. ¿Qué hubiera pasado si hubiera echado andar esta planta nuclear con éxito, con reactores en muchas zonas de la isla?
Tendríamos acaso un país diferente, más en estos momentos, cuando los apagones nos lastran la vida.
Gracias a Dios semejante disparate nunca llegó a buen término. Aterroriza pensar que sería de esa central nuclear en un país donde no funciona ni ha funcionado bien absolutamente nada en décadas y donde todo se desmorona sin remedio. Cuba ya parece, o es, un lugar postapocalíptico sin Juraguá.