La Habana Vieja de otros

Irina Pino

Turistas.  Foto: Juan Suárez
Turistas. Foto: Juan Suárez

HAVANA TIMES — Mientras leía el interesante artículo de Ernesto Pérez Chang, Cerca, muros y otras demarcaciones; me invade la misma sensación, sobre todo cuando recorro la Habana Vieja, un lugar frecuentado por los turistas extranjeros, y los turistas cubanos, –que van a pasar el día–, recorriendo sus calles de adoquines, la histórica arquitectura que nos traslada en el tiempo.

Es agradable pasear por ese lugar antiguo y renovado, que nos parece siempre hallar algo distinto que no percibimos en un momento anterior, en otra visita entre aquellas vetustas edificaciones.

Suelo entrar a la Casa del Chocolate para degustar una taza caliente del afrodisíaco líquido, acompañado con dos galletas. Me demoro en el acto, tratando de alargar el placer, pero luego al salir del local, el efecto de pobreza vuelve.

Veo a la gente foránea sentada en los restaurantes del entorno, donde pueden disfrutar de una buena comida, de una agradable sobremesa. Salen orondos después de comprar frascos de esencias naturales en la Casa del perfume.

Se nota la diferencia hasta en la forma de vestirse: llevan ropas sencillas, pero de calidad, sobrias; sus cabezas ostentan sombreros ligeros; portan bolsos y pequeñas carteras, zapatos cómodos. Hasta en su forma de caminar están relajados.

Nosotros vivimos bajo un constante estrés, con la desosegada carga de los planes inmediatos, como rompernos la cabeza pensando en lo que vamos a cocinar al día siguiente, o cómo vamos a pagar todas las cuentas a fin de mes. Asuntos que nos atormentan y no nos dejan inundarnos de las maravillas de la parte vieja de la ciudad.

Hay muchas tiendas donde se venden ropas de marca, tenis y otros productos, que miramos de reojo, o irrumpimos en esos locales solo para “mirar”. Nos conformamos con los pequeños negocios de artesanía popular que decoran cada esquina, cada resquicio; aunque tampoco compremos nada, porque no nos hace falta, y del mismo modo, la mayoría de las cosas que ofertan no son muy baratas tampoco.

Queremos ver las obras artísticas en los museos, apropiarnos de la ciudad, más la ciudad hace mucho que nos fue arrebatada. Nos contentamos con caminar, comprar acaso unos dulces, un helado o refresco.

Consumir lo más exiguo, aunque hayamos salido de un concierto de música en la Basílica Menor del Convento San Francisco de Asís, aunque hayamos apreciado los cuadros del pintor cubano Servando Cabrera en el Museo Nacional de Bellas Artes, aunque hayamos conocido la Cámara Oscura: la ciudad desde allí, también está lejos, es irreal. Nos sentimos extranjeros, unos extraños en nuestra propia tierra.

Irina Pino

Irina Pino: Nací en medio de carencias, en aquellos años sesenta que marcaron tantas pautas en el mundo. Aunque vivo actualmente en Miramar, extraño el centro de la ciudad, con sus cines y teatros, y la atmósfera bohemia de la Habana Vieja, por donde suelo caminar a menudo. Escribir es lo esencial en mi vida, ya sea poesía, narrativa o artículos, una comunión de ideas que me identifica. Con mi familia y mis amigos, obtengo mi parte de felicidad.

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3 thoughts on “La Habana Vieja de otros

  • Todo lo que dices es muy cierto, hemos perdido todo aquello que creimos nuestro que ahora por necesidad tenemos que brindarles a los extranjeros. Creo que somos de los pocos paises donde el extranjero es mejor visto que el foraneo. No obstante, no creas que fuera de Cuba se vive sin stress, se vive creo que con mucho estress, no dire que mas ni menos, porque son difrerentes. La diferencia esta en el poder adquisitivo, fuera de Cuba existe un poder adquisitivo mucho mayor que permite a estos extranjeros moverse de esta forma por la isla, sin nervios, entrando a cualquier lugar sin necesidad de preguntar antes los precios. En cuba, estamos resignados a que no tenemos nada, es mas, estamos resignados a que no tendremos nada; afuera en cambio , existe una falsa realidad de estabilidad monetaria, que es la que permite a las personas viajar y tener un nivel de vida estable, comiendo, vistiendo bien dentro de lo que cabe, saliendo a comer a restaurantes y demas, pero digo que es una realidad falsa porque cuando enfermas de operacion entonces te das cuenta que no tienes suficiente para esto.

  • Reevolucion, quisiera explicar algo, los q vivimos en el extranjero tambien tenemos estres, claro de distinta manera al que tuvimos en Cuba, pq como bien explicas depende del poder adquisitivo. Tienes el stress de pagar las cuentas al banco, tu hipoteca, los seguros a los carros y otros gastos naturales q vienen incluidos en este sistema de vida. Pero mi estres no tiene absolutamente nada q ver con eso q tu llamas estabilidad monetaria falsa, vivo en un pais donde hay medico de la familia, donde la salud es gratis, excluyendo el dentist (q lo cubre el seguro en mi trabajo). Gratis tambien son aquellas operaciones a las que haces referencias y todos los tratamientos posibles incluyendo los de cancer. Recuerda q no todo el emigrado vive en los EEUU. Ah, otra cosa, aqui no voy a restaurantes aqui, prefiero reunir mi dinero e irme de vacaciones… al final las dos cosas con la entrada de dinero de MI casa no se puede hacer. Me visto de acuerdo a mi poder adquisitivo, compro el carro de acuerdo a mi poder adquisitivo, compro la casa de acuerdo al poder adquisitivo, como ves todo esta en no irse por encima del poder adquisitivo para el estres no sea mayor.

  • Irina,

    Los psicólogos son capaces de distinguir a un niño a quien le pegan sus padres con un simple golpe de vista. Esos niños tienen una mirada distinta; miran con miedo.

    Lo mismo pasa con los ciudadanos de los países dictatoriales cuando los comparamos con los ciudadanos de países libres. A los ciudadanos de los países dictatoriales se les distingue en cuanto uno comienza una conversación sobre la situación política. Se les nota la cara tensa y el cuidado en todo lo que dicen. No tienen la actitud relajada de los ciudadanos libres.

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