Elegir, apagar la vida
Irina Pino
HAVANA TIMES — El 15 de septiembre, me enteré del suicidio del poeta cubano Juan Carlos Flores, que padecía de esquizofrenia, los últimos momentos de su vida decidió permanecer aislado, su esposa se había ido del país, sus amigos lo ayudaban, pero en muchos casos, las personas que padecen este mal, acaban abruptamente todo tipo de relaciones, se encierran, y se involucran con su propia muerte.
Esta enfermedad, tiene aristas muy duras, y el que la sufre viviendo en completa soledad, no se salva. El aquejado de este mal, puede escuchar su propia voz, y dialogar, o escuchar otras voces…
Dicen, que esa mañana compró el pan, y anunció que se iba a ahorcar, más tarde, descubrieron el cadáver colgado en el balcón; fue difícil entrar en el apartamento, pues había asegurado bien la puerta con trancas de madera y objetos.
Me imagino lo devastador que fue para todos sus familiares y amigos, poder lidiar con este suceso. Yo no lo conocía, solo lo vi una vez, en una lectura que se hizo en la Torre de Letras –el proyecto literario de Reina María Rodríguez, en el Instituto Cubano del libro–, en aquella ocasión, Juan Carlos Flores leyó algunos de sus poemas, recuerdo eran cortos, y de una poderosa síntesis.
Apagar una vida, suele ser injusto para los demás, para los que te quieren; o quizás sea un acto de valentía, o de rebeldía, una opción para dejar de sufrir, algo que nos demuestra la imposibilidad de aceptar los desajustes, la negrura del que quiere marcharse para siempre.
Como dijera en sus versos, Ángel Escobar: “Si yo no fuera un cuchillo/podría conversar con alguien que anda por ahí. /Le diría que su horror es mi horror, / pero desde otro lado/lo atroz no tiene nunca una sola cara.”
Conmueven las muertes de los poetas, por ser elegidos, por decir y ver las cosas de forma singular, por tener ojos, oídos, y olfatos bendecidos, por no tener que rendir cuentas a la hora de partir. Juan Carlos Flores, se suma a la lista de los poetas suicidas de la isla: Raúl Hernández Novás, Ángel Escobar, y muchos otros, dejaron huellas con sus escritos, dispusieron de sus vidas y de sus muertes.
Extrañas despedidas, de vidas auténticas.
sin palabras
Irina, muchas gracias, tristemente hermoso el requiem.
Qué pena! es una terrible enfermedad. Que en paz descanse…