Club de Jazz en blanco y negro

Irina Pino

Fotos: Prensa Latina

HAVANA TIMES – Un amigo me arrastró a ver la cinta cubana de estreno, Club de jazz, del director Esteban Isausti, estrenada en los cines de la capital.

Producida por el Instituto del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) y Sincover film, dicen que está teniendo éxito de público y crítica…

A tanto bombo y platillo, me aventuré a verla con la mejor disposición, pues Larga distancia (el largometraje anterior), me había parecido interesante por sus encuadres fotográficos, las historias y la conexión entre los personajes.

Esta va con tres historias sobre músicos y un club de jazz en diferentes épocas. Recreadas a finales de los años 50, 80 y 2000, posee títulos tan sugerentes, como Saxo alto, Contrabajo con arco, y Piano solo.

Libre de las vicisitudes cotidianas, solares y marginalidad, algo gastado en la cinematografía de la Isla, esta historia de ficción aborda las miserias humanas, la envidia y la destrucción física y espiritual.

Un gancho visual es su fotografía, realizada por Ángel Alderete y Alejandro Pérez, totalmente en blanco y negro, lo cual constituye un homenaje a los clásicos del cine.

Hay acierto en las locaciones escogidas, por su belleza y simbolismo; vemos al pueblo de Jersey, sus ruinosas edificaciones, un lugar olvidado donde aún el tren funciona. Si no me equivoco, también percibí las habitaciones del hotel Riviera.

El recurso de la iluminación y los ambientes funciona muy bien: cuando los personajes son felices, y al sentirse oprimidos y derrotados.

Conduce la banda sonora, engarzada de manera inteligente, con temas de Charles Parker, jazz americano y latino, opciones para los que aman el género. Igualmente se disfrutan las hermosas piezas del compositor polaco Federico Chopin.

En cada uno de los cuentos están presentes las pugnas internas entre los personajes; aquí no triunfa el músico talentoso, ni el mejor, sino los mediocres, que ganan por sus trampas, manipulaciones y oportunismo. Sin embargo, los personajes son de cartón, armados desde los arquetipos asemejan caricaturas sin matices. Es una lástima que el guión no pueda sostenerse por sí solo. Entonces la cinta se hace larga y aburre.

La última historia de la trilogía me recordó al filme Amadeus, de Milos Forman, pero este Salieri venido a menos, trabaja con la brujería yoruba para destruir al pianista cristiano, que tiene fe ciega en Dios, resultando un blandengue que no puede ni armar un conjunto de jazz por su cuenta.

Todos los actores carecen de verisimilitud, excepto la aparición fugaz de Aramís Delgado, siempre profesional y que no necesita carta de presentación, a quien casualmente me encontré en una pizzería al salir del cine y le expresé mi descontento.

En el cine Charles Chaplin, donde vi la película, había solo cuatro gatos.

Club de jazz/Cuba/2018/Esteban Isausti/ Fotografía:Ángel Alderete y Alejandro Pérez/Banda sonora: Osmany Olivare/Diseño escenográfico: Liz Álvarez/Montaje: Onelio Larralde /Elenco: Yailene Sierra, Luis Alberto García, Mario Guerra, Héctor Noas, Pancho García, Aramís Delgado, Patricio Wood, Samuel Claxton, Claudia Valdés, y los niños estudiantes de música: Pedro P. Bernal y Álvaro Rodríguez.

 

Irina Pino

Irina Pino: Nací en medio de carencias, en aquellos años sesenta que marcaron tantas pautas en el mundo. Aunque vivo actualmente en Miramar, extraño el centro de la ciudad, con sus cines y teatros, y la atmósfera bohemia de la Habana Vieja, por donde suelo caminar a menudo. Escribir es lo esencial en mi vida, ya sea poesía, narrativa o artículos, una comunión de ideas que me identifica. Con mi familia y mis amigos, obtengo mi parte de felicidad.

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One thought on “Club de Jazz en blanco y negro

  • Uno de los filmes más robustos y estéticamente logrados en muchos años en cuba, 10 nominaciones a los premios Platinos entre casi 873 películas del mundo entero según se dice, para mi un relato demoledor, bien estructurado, con personajes poco habituales y muy bien actuados que ha provocado más de un malestar sobre todo en algunos seudo críticos que utilizan su animadversión para disfrazar su patética opinión de crítica cinematográfica, lo que casi siempre pasa cuando el juicio del gusto es tonto y oportunista, gran película y lo mejor necesaria que se escapa de lo mismo cotidiano con un afán universal a todas luces logrado.

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