Amores incompletos en “Habana Selfies”

Por Irina Pino

HAVANA TIMES – Una visión nostálgica de una Habana nocturna, amparada por la lluvia y relámpagos, un viaje en taxi y seis historias de amor, son los ingredientes de Habana Selfies, del director cubano Arturo Santana.

El filme estuvo en competición en el pasado 41 Festival de Nuevo Cine Latinoamericano, y fue estrenada este mes en los cines capitalinos, con buena afluencia de público.

Por esa razón decidí verla antes de que saliera en el paquete semanal. Quería constatar si en verdad valía la pena.

Santana ha sido, por décadas, realizador de videoclips musicales. Vale decir que es bueno en esa faceta, ha obtenido premios en el concurso Lucas, certamen televisivo para elegir los mejores videoclips del año.

Pero el cine es un medio arriesgado y, cuando fallas, es un gran descalabro. Eso le sucedió en su ópera prima, Bailando con Margot, una mezcla de cine negro y comedia, en la que su protagonista resultó ser una necia caricatura de Philip Marlowe, el detective de las novelas de Raymond Chandler.

En esta comedia romántica trata de hilvanar historias amorosas conectadas entre sí. Una idea que ya ha sido bastante explotada en la cinematografía.

Aquí vemos la pareja cliché, alumno y profesora, otras que andan desorientadas: la pasajera del taxi y el barman, el joven y la prostituta, la limpia pisos y su padre, el travesti y la francesa. Y están los tres actores amigos, que trabajan en un restaurante, con el sueño común de hacer una película.

Hay subtramas que, en ciertos momentos, conectan con la trama principal, recurrente en toda la cinta; un viaje en taxi a través del paisaje urbano de madrugada, la mujer sin destino final, el taxista silencioso, remedo del personaje de Robert de Niro en Taxi Driver, aunque sin su carisma e introspección.

Al director no le interesó retratar La Habana profunda, golpeada por la crisis y las necesidades más acuciantes. Su objetivo era un filme elegante, de valores universales, en el que sus personajes viven inmersos en su soledad y buscan asideros en el amor. Solo dos de ellos rondan la marginalidad: el travesti y la prostituta.

El largometraje se queda en la pretensión de “memorable”, sus protagonistas no tienen la sustancia necesaria para conmover. No es culpa de los actores, sino defecto de un guion sin garra.

Dato curioso: la mayoría del elenco proviene del medio televisivo, rostros populares de telenovelas.

Se notan referencias marcadas a las cintas Paris, je t´aime, Amelie, y A Night in the Earth. También recurre al cine musical, como un parche ambicioso, cuando los actores lavaplatos del restaurante cantan y bailan en una escena, sin venir al caso.

Pienso que hay solo dos cosas que se salvan en este largometraje: la fotografía, a cargo de Alexander González, y la música de Germán Velazco, como un gran videoclip de 90 minutos de duración. Por lo demás, clasifica en otra producción olvidable.

Irina Pino

Irina Pino: Nací en medio de carencias, en aquellos años sesenta que marcaron tantas pautas en el mundo. Aunque vivo actualmente en Miramar, extraño el centro de la ciudad, con sus cines y teatros, y la atmósfera bohemia de la Habana Vieja, por donde suelo caminar a menudo. Escribir es lo esencial en mi vida, ya sea poesía, narrativa o artículos, una comunión de ideas que me identifica. Con mi familia y mis amigos, obtengo mi parte de felicidad.

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