Amor y odio por la India

Irina Pino

Bollywood dance show.  Foto: wikipedia.org
Bollywood dance show. Foto: wikipedia.org

HAVANA TIMES — El Taj Majal fue una ofrenda de amor del emperador musulmán Shah Jahan en honor a Mumtaz Mahal, su esposa predilecta, fallecida en su último parto. Lo majestuoso de este palacio, indica lo perdurable de este sentimiento.

A George Harrison lo sedujo un libro sobre la reencarnación, luego conoció al maestro Maharishi Mahesh Yogi y al músico Ravi Shankar. La atracción ocurrió, y el músico inglés se enamoró sin remedio de aquella tierra. Estas influencias lo llevaron a convertirse al hinduismo, practicando el canto mantra, e incluso produjo el single «Hare Krishna Mantra», interpretado por devotos del templo londinense de Radha-Krishna. Aprendió a tocar el sitar, y practicó la meditación para su elevación como ser espiritual, ayudando a los otros y viendo su amor retribuido.

En mi caso, el sonido peculiar de la música india, la danza, la textura y el colorido de sus telas, el sari –atuendo que usan sus mujeres–, la delicadeza de la orfebrería. Son cosas bellas que me gustan de ese país.

También amo a ese gran pacifista que fue Mahatma Gandhi : «La humanidad no puede liberarse de la violencia más que por medio de la no violencia», y la poesía de Rabindranath Tagore: ¡Qué feliz eres, niño, sentado en el polvo, divirtiéndote toda la mañana con una ramita rota!

Muchos amigos me han hablado de su cocina, de los platos exóticos y el uso de las especias. La historia y sus dioses, el Kama Sutra…, sin embargo, hay una fealdad latente en esta cultura, una parte oscura de la India que aborrezco, como el sistema de castas, de origen religioso, que continúa de generación en generación, sobre todo en zonas rurales de la India, doblegando a muchos seres humanos, y negándoles posibilidades de toda índole para el desarrollo social. Una forma de poder que no desaparece.

Bollywood me resulta vacío, es un tipo de cinematografía hecha para las masas, el canto, la música, la danza y las relaciones amorosas integran la amalgama de la felicidad para los que se conforman con estas aristas.

Pero lo terrible, lo que denigra, es aportado por la visión de artistas independientes que se atreven a desafiar a esta industria del entretenimiento, un ejemplo de esto es la directora Deppa Mehta, con su tetralogía Tierra, Fuego, Agua y Cielo, que muestra las verdaderas zonas oscuras que perviven en la sociedad india, las violaciones y crímenes contra mujeres, el machismo y la desigualdad entre los sexos.

Irina Pino

Irina Pino: Nací en medio de carencias, en aquellos años sesenta que marcaron tantas pautas en el mundo. Aunque vivo actualmente en Miramar, extraño el centro de la ciudad, con sus cines y teatros, y la atmósfera bohemia de la Habana Vieja, por donde suelo caminar a menudo. Escribir es lo esencial en mi vida, ya sea poesía, narrativa o artículos, una comunión de ideas que me identifica. Con mi familia y mis amigos, obtengo mi parte de felicidad.

7 thoughts on “Amor y odio por la India

  • Horrible. El matrimonio con niñas de 10-12 años

  • Si la India está llena de contrastes y sorpresas buena síntesis de lo que nos gusta y lo que no entendemos de acuerdo a nuestra cultura es una de las civilizaciones más antiguas y complicadas para decirlo de alguna manera pero que no resulta indiferente para casi nadie linda reseña Irina disfruté la lectura.

  • Amiga mía. Estuve casi 2 meses en La India y la recorrí bastante. Y te digo que todo esa paisaje romántico e idílico de las películas bollywoodenses es sólo eso. Sí el Taj Majal está muy bien y majestuoso, además de que la comida es agradable , aunque demasaido picante para mi gusto, pero hay una miseria y es tal la porquería de vida que viven los indios que da grima. Jamás volveré a ese país, al que ya detestaba desde que, siendo un niño, vi la película «Calcuta». Para ver miserias humanas me quedo con mi Habana.

  • Una película que retrata a la India de cuerpo entero es «Quién quiere ser millonario?» , la recomiendo. Saludos.

  • Señor Kamikaze. Con todo el respeto que usted merece, le digo que la película «Slumdog Millionaire» (2008) a la que creo usted se refiere, no es ni la chancleta de la realidad de La India. Recuerde es una recreación de Bollywood -Hollywood, por tanto, sus creadores para no «herir suceptibiliades» que espantaran al público -véase dinero en recaudación- le dieron ese panfletero toque ceniciento o de cuento de hadas, tan alejado del cruel día a dia del «multimillonario» (demográficamnete hablando) pueblo hindú. Aquello no tiene nombre. O si lo tiene: Ignorancia masiva y pobreza extrema. Esa historia del karma y la purificación de las almas en una falacia gigantezca de occidentales -vagos por demás- y nostálgicos por la romántica, pero inútil cultura hippie.

  • Amigo lapón, cuando me referí al fime lo hice desde el punto de vista que , tal vez con tenues pinceladas, se reflejaron cosas fuera de bailes, gente linda con buenas ropas, carros y palacetes. Allí pude ver mendicidad y crueldad extrema. Por relatos de un amigo mío que trabajó durante mucho tiempo en cruceros supe que la India es lugar de pobreza inimaginable, con lugares horripilantes, llenos de suciedad donde la gente se aglomera y malvive. Para nada me referí al guión, aunque si mal no recuerdo (han pasado varios años desde que vi el filme) casi al final le preguntan al protagonista si el cambiaría el premio por otra cosa y él rememora toda la humillación de su infancia y el sufrimiento pasado (que por supuesto ese dinero no compensaba). A mi tampoco me gusta la cultura hippie, me explico el fenómeno kármico como un proceso en que la persona se llama a contar y reinicia su vida diaria y su interacción con los demás intentando superar errores cometidos en el pasado para así alcanzar la iluminación (que podría traducir en mejoramiento humano). Saludos.

  • Ahora coincidimos Kamikaze, pero sino lo hiciéramos tampoc sería un problema. En realidad no es que no me guste la cultura hippie -aunque me encantaba su estética-. Nada son países diferentes. Eso es todo. Saludos.

Comentarios cerrados.