Zonas de Wi-Fi en Cuba: mucho por resolver

By Irina Echarry

Wifi en Centro Habana. Mapa: http://jorgen.cubava.cu

HAVANA TIMES — Aunque ya mi tocaya Irina y el colega Vicente han contado sus experiencias con el Wi-Fi público cubano, quiero sumar mi opinión. Si bien reconozco sus bondades y el gran paso hacia adelante que hemos dado con ese “permiso” oficial para conectarnos, debo también admitir que no estoy de acuerdo con las condiciones que le acompañan.

Es maravilloso ver a la gente reunida, compartiendo y disfrutando algo que enriquezca su sensibilidad: una película, un concierto o las opciones que ofrece el Wi-Fi. Lo que me resulta abominable es el hacinamiento, sobre todo, si en el sitio donde hay que permanecer apenas existen bancos donde acomodarse y abunda la suciedad en las calles, aceras y parques.

De moda se han puesto las video-llamadas, marcadas desde sus inicios por la falta de privacidad; todos nos enteramos de los problemas o alegrías del que está al lado; el cubaneo, sumado a la obligatoriedad de ocupar un mismo espacio, hace que participemos de las nuevas noticias que recibe una familia o de las reprimendas de algún padre a su distante hijo descarriado.

Por los mismos días que comenzó el Wi-Fi en Cuba, un amigo trajo de Ecuador varios periódicos, en uno de ellos se comentaba una noticia sobre zonas Wi-Fi gratuitas en los autobuses de los estudiantes.

Amistades que viven en Venezuela me confirman que hay lugares (como la plaza Bolívar, la Diego Ibarra, el bulevar de Sabana Grande) donde se puede acceder al servicio sin pagar un centavo. En casi todos los países existen sitios con acceso completamente gratis: parques, cafeterías, terminales de autobuses, hospitales, aeropuertos, hoteles, bibliotecas, universidades, etc.

Sin embargo, nosotros comenzamos pagándolo; no importa, se paga, pero para determinar el precio debieran tener en cuenta los salarios. Obviemos el detalle de que todos cobramos en pesos (moneda nacional) y el servicio se cobra en divisas (cuc); si un trabajador recibe aproximadamente 18 cuc mensuales al cambio, es un gran sacrificio destinar más del 10 por ciento de su salario para conectarse solo por una hora al mes.

Sin contar que ni Etecsa ni ninguna tienda especial vende de manera asequible a los trabajadores, los artefactos necesarios para la conexión: celulares modernos, laptops, tablets, etc.

Lo otro, no menos importante, es la seguridad de esos sitios públicos con Wi-Fi. Ya se comenta sobre robos masivos y asaltos de madrugada en La Lisa o Centro Habana, no puedo confirmar la veracidad de esas historias, pero no me extrañaría que fueran ciertas. Muchas personas se limitan a ir de día, pues algunos lugares no tienen siquiera buena iluminación, lo que se presta para las fechorías.

De día también hay problemas de estafas y robos. Hace unos días me encontraba en el parque Fe del Valle, eran las dos de la tarde y delante de mí sucedió algo raro. Un muchacho sentado en un banco sostenía sobre sus piernas una laptop; otro, al verlo inseguro, se acercó con el fin de “aconsejarle” sobre los pasos que debía seguir para conectarse y, sin pensarlo, cogió la laptop con el supuesto de llevarla a otro banco donde le “ayudarían” mejor.

Por suerte, el dueño reaccionó rápido y agarró en el aire su laptop, todo transcurrió en un segundo. Además de ser un acto agresivo, ¿quién puede asegurar que ese hombre no estuviera explorando la posibilidad de echarse a correr? Las zonas Wi-Fi no están custodiadas, en la población hay mucho desconocimiento sobre la tecnología a utilizar y allí no hay nadie de Etecsa que ayude; la poca seguridad es buen caldo de cultivo para la proliferación de delincuentes.

Algo parecido sucede con las tarjetas: se pierden en los puntos de venta de Etecsa y, cuando aparecen, las colas son inmensas. Los revendedores —que de alguna manera se las arreglan para que no les falten— las ofrecen en los mismos parques, solo hay que pagarles un poco más, o sea, cuestan tres cuc. ¿No sería mejor instalar algún punto de venta en estos sitios? ¿No podrían contemplar la opción de vender las tarjetas en cafeterías, kioscos, librerías? La gente las compra a los revendedores, porque optimiza su tiempo, pero si Etecsa las ofrece de manera continua y factible al precio establecido (dos cuc), nadie compraría por la izquierda.

Debo admitir que no todo es negativo. También hay manifestaciones de solidaridad con los que no dominan la técnica, gente dispuesta a ayudar, a enseñar. La mayoría de las personas están contentas con esta herramienta que permite, de manera inmediata, establecer contacto con los familiares que se encuentran lejos, buscar información, descargar archivos, explorar y aprovechar las ventajas de las redes sociales, etc. Solo que hay que buscar cómo mejorar su acceso, desde todos los puntos de vista.

¿Faltará mucho para que la gente sin posibilidades de pagar una de esas tarjetas tenga un lugar de libre acceso para conectarse a Internet?
—–
Mapas de las zonas Wifi de La Habana por el sitio: http://jorgen.cubava.cu

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