Un año más, uno menos

Irina Echarry

En las calles, ómnibus, entre vecinos, amigos o familiares, a través del teléfono o en persona se escucha la misma frase: Felicidades.  Algunos lo dicen tan monótonamente como quien repite el estribillo de una canción de moda; otros con fuerza, como si esas palabras tuvieran el efecto de una varita mágica y al pronunciarla se cumplieran todos los sueños.

A mí me da igual si me felicitan o no.  El 31 de diciembre solo es un día más, si se piensa bien pudiera ser un día triste que nos recuerde el paso inexorable del tiempo.  Un año menos que nos queda en esta vida.

En Cuba la gente celebra esa noche como si el mundo fuera a terminarse, gastan toda su energía, todo su dinero por pasarla bien y se auguran buenas cosas para seguir viviendo.  Incluso los que dicen que no le dan importancia al último día del año preguntan luego cómo la pasaste.

Mi sobrina adolescente puso en práctica todas las supersticiones que conoce: quemó ropa vieja y un papel con las cosas malas, anotó sus deseos en otro papelito y lo guardó en una botella, tiró un cubo de agua por el balcón a las doce de la noche.  Y mis vecinos no se quedaron atrás.

En mi caso, aunque creo que siempre hay motivos para celebrar, estaba muy triste: la madre de un gran amigo murió hace muy poco, una mujer encantadora que sufrió bastante antes de cerrar los ojos; mi mejor amiga no está en el país y además, el 31 supe que otro amigo que vive en Valencia sufrió un infarto hace dos meses.

Por suerte tengo otras personas cerca, gente buena que me hace la vida más llevadera y que como yo no le dan valor a un día específico del año, sino a la existencia en general.  O sea, cada día que pasa nos alegramos de estar vivos, de tener las energías y la inteligencia para intentar vivir en armonía con lo que nos rodea.

Casualmente hace poco llegó a mis manos Vida y Hechos de Alexis Zorba, del griego Nikos Kazantzakis y el 31 en la noche mientras leía, uno de los personajes decía esto a propósito de su fin de año: “Sentía que de mi corazón se estaba desprendiendo una nueva hoja, otro año.  Un paso más hacia la oscura fosa.”

Por mi parte le digo adiós al que termina.  Para el que comienza hago planes y sonrío porque no me gustaría llegar a la oscura fosa sin dejar mi huella.  Quiero retomar una novela que comencé a escribir hace rato y se ha quedado estancada, quiero disfrutar de mis amigos, leer mucho, aprender cosas nuevas.  Sobre todo quiero sentir que estoy viva sin tener en cuenta la época del año.

Irina Echarry

Irina Echarry: Me gusta leer, ir al cine y estar con mis amigos. Muchas de las personas que amo han muerto o ya no están en Cuba. Desde aquí me esforzaré en transmitir mis pensamientos, ideas o preocupaciones para que me conozcan. Pudiera decir la edad, a veces sí es necesario para comprender ciertas cosas. Tengo más de treinta y cinco, creo que con eso basta. Aún no tengo hijos ni sobrinos, aunque hay días en que me transformo en una niña sin edad para ver la vida desde otro ángulo. Me ayuda a romper la monotonía y a sobrevivir en este mundo extraño.

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