Orgullosamente latina

Irina Echarry

Una quinceañera cubana.

Por estos días visité la Liga contra la Ceguera, hospital que se especializa en los problemas de la vista, acompañando a una amiga que se operaba del ojo izquierdo.

Mientras esperaba por ella en un salón con butacones acolchados y aire acondicionado pude dormir un rato,  para llegar temprano al lugar había tenido que madrugar.  De pronto el sueño se esfumó, pues los comentarios de las demás personas que estaban en mi situación me espabilaron.

Los televisores del hospital transmitían un programa que llamaba la atención de todos, incluyendo a los médicos del salón de espera.  El título era Premios Orgullosamente Latinos y pretendía ser un espacio para promover las bellezas del continente americano, y también su música.

Consiste en un concurso al que optan personas de diferentes países latinoamericano y que son elegidas para entregar un premio a famosos artistas iberoamericanos.  Por ejemplo: una mexicana fue la escogida para entregar el galardón a Shakira que actuaba en Los Angeles y un peruano le puso en sus manos el trofeo al grupo Camila que se encontraba en Piedras Negras,  México.

Los conductores del programa recorrieron varios lugares del continente buscando a los elegidos, allí hacían un pequeño recorrido por el lugar donde viven, visitaban sus casas (lujosas y casualmente decoradas con posters de artistas famosos (sobre todo el que iban a conocer) y luego los llevaban hasta donde estaban los cantantes.

Todo esto adornado de una frivolidad espantosa que sumía a los presentes en la sala de espera en un adormecimiento que les borraba de la mente por qué estaban ahí.  Algo parecido ocurría con los médicos para los que era más importante saber qué sintió una muchacha cuando tuvo a Enrique Iglesias delante de ella y pudo abrazarlo, que atender el teléfono donde a lo mejor preguntaban por algún familiar de uno de los pacientes operados o por algún médico en específico para que atendiera un caso urgente.

Los gritos de las conductoras y las elegidas del concurso, los parajes hermosos que mostraban y la experiencia única de conocer a “fulano o mengana” actuaban como un narcótico, de momento olvidábamos que vivimos en un continente  hambriento, que tiene bases militares, que hay una ola de violencia contra la mujer o que hay miles de personas buscando a familiares desaparecidos.

Tengo que reconocer que agradecí mucho que mi país no tenga programas de ese tipo, tan sosos, tan banales… aunque pensándolo bien los de aquí también adormecen la mente con la política barata que venden.

Irina Echarry

Irina Echarry: Me gusta leer, ir al cine y estar con mis amigos. Muchas de las personas que amo han muerto o ya no están en Cuba. Desde aquí me esforzaré en transmitir mis pensamientos, ideas o preocupaciones para que me conozcan. Pudiera decir la edad, a veces sí es necesario para comprender ciertas cosas. Tengo más de treinta y cinco, creo que con eso basta. Aún no tengo hijos ni sobrinos, aunque hay días en que me transformo en una niña sin edad para ver la vida desde otro ángulo. Me ayuda a romper la monotonía y a sobrevivir en este mundo extraño.

One thought on “Orgullosamente latina

  • «Tengo que reconocer que agradecí mucho que mi país no tenga programas de ese tipo, tan sosos, tan banales… aunque pensándolo bien los de aquí también adormecen la mente con la política barata que venden.»
    Desafortunadamente hace falta en algún momento mostrar la otra cara de LATINOAMÉRICA, la que sólo vemos quienes tenemos un ápice de memoria, de cultura, de educación, sentido crítico, de capacidad para discernir lo obsoleto de lo que medianamente sirve. Para ir breve, todos esos personajes de asco que aparecen en tu citado programa de televisión son producto de la más fuerte empresa televisiva de esta América Nuestra; mexicana, sí; la misma industria de la enagenación y colocadora de gobernantes en México. Curiosamente este selectísimo grupo de distinguidos empresarios del sector de las comunicaciones siempre se le ha ligado con el presidente en turno, no fue la excepción el expresidente mexicano que llevó una relación casi amorosa con «don barbón»… cabe decir que nunca antes las relaciones entre las cúpulas de los gobiernos federales cuba-méxico se vio tan fuerte, claro que los intercambios culturales, educativos, médicos, científicos nunca aparecieron, PERO ESO A QUIÉN LE INTERESA!… Remato. Ver aparecer a los timberos, reguetoneros y todos estos «eros» de la tv cubana en programas de bajísima calidad (cuestión de presupuesto para la producción, diríamos) tampoco alienta demasiado para ser rehén de la televisión, supongo que tampoco nutre el ánimo ir a la plaza de la revolución a escuchar a una parvada de incultos alegando su «LUCHA POR LA PAZ»… cuál paz? ellos junto con sus titiriteros (empresarios-pseudogobernantes) deberían de hacer caso a esas palabras y efectivamente DEJARNOS EN PAZ.

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