Más sobre el maltrato en Cuba

Captura de pantalla desde el Rodeo de Rancho Boyeros en la capital cubana.

Por Irina Echarry

HAVANA TIMES – Cuando una piensa que ya no puede ver más disparates, salta algo que nos asombra. El espectáculo de hace unos días en el Recinto Ferial Rancho Boyeros, más específicamente en la Feria Agropecuaria, ha generado espanto.

Circula un video en internet, donde se ve que unos vaqueros “juegan” a enlazar a una gata. Es bochornoso ver cómo la tiran, intentan enlazarla, la gata escapa pero la vuelven a agarrar, es angustiante ver su lucha desesperada por huir y la de los vaqueros por “vencer”.

El video resulta molesto, indignante. La bulla del público presente que, estimulado por la euforia, ríe, aplaude y grita, causa pena. Claro que hubo sus excepciones, personas que no asimilaron el hecho como una diversión, sino al contrario.

El caso es que esto ocurrió frente a los ojos del Ministerio de la Agricultura, la institución que debe velar por el bienestar animal y por el cumplimiento del decreto ley que lo regula.

Para mí el Rodeo siempre ha estado impregnado de maltrato. Que se considere una tradición no le quita el sabor amargo de la violencia que reciben los toros y novillos en la arena o tras bambalinas.

Pero comprendo que un minino es un ser mucho más pequeño, fácil de manipular una vez enlazado. Además, no es común verlo formar parte de esa “diversión”, y en general las personas se identifican más con su dolor que con el de las reses. Es por eso que se ha desatado tanta indignación.

Imagino que si, en vez de la infeliz gata hubiera sido un toro, como es habitual, el hecho no hubiese trascendido. Sin embargo, al toro lo pinchan para que salga bravo a la arena, lo golpean, lo tumban por la cola (con lo que eso significa en un animal corpulento), lo hieren muchas veces, lo estresan; a los novillos los lanzan contra la arena para amarrarles las patas, y todo parece que funciona para la mayoría de las personas.

Regresando al video, si horroroso fue el hecho en sí, peor ha sido lo que ha desencadenado.

Ocurrió par de días antes de celebrarse en Cuba el día del Perro. La comunidad protectora de animales se preparaba para caminar, como cada año, hasta la tumba de Jeannette Ryder y su perro Rinti. Allí se le rinde tributo a esa gran mujer que fundó el Bando de Piedad y que es conocida por su amor a los más desvalidos.

El permiso oficial para la caminata había sido negado, aun así no se suspendió. Varias personas que organizaban la marcha (o que anunciaban su asistencia por las redes sociales) fueron amenazadas por la Seguridad del Estado. Algunos activistas sufrieron cortes de internet en sus teléfonos.

Pero llegado el día, y ya circulando el video del rodeo que generó indignación, la caminata solo pudo hacerse dentro del propio cementerio. El gobierno no podía perder el control de la situación, exponiéndose a que muchas personas se sumaran, e intentó acallar lo más posible la petición de justicia para los animales.

Las personas que pudieron llegar al cementerio exigieron una revisión del decreto ley y que se haga cumplir. Expresaron la molestia que genera saberse vapuleado, engañado. Y dejaron claro que la comunidad protectora está unida, aunque la Seguridad del Estado se empeñe en otra cosa.

La comunidad protectora siente que sus sugerencias, propuestas, inquietudes, exigencias, son lanzadas al vacío; y tiene razón. El decreto ley fue publicado para apaciguar el reclamo de legalizar la prohibición del maltrato hacia los animales. Pero está incompleto, deja fuera temas sensibles, y no se cumple.

Su promulgación fue una salida desesperada del gobierno a la fuerte presión de activistas que dedican su vida a rescatar, curar, esterilizar, proteger y buscar adopciones. Todo eso sin ayuda de ninguna institución, enfrentando las carencias del país y el estigma de la sociedad que se burla y los rechaza.

Ahora, también bajo presión, el Ministerio de la Agricultura redactó una nota de disculpa por el tema de la gata en el rodeo, y luego publicó las medidas que se tomaron con los “infractores”, o sea, los vaqueros y los humoristas que conducían el espectáculo. Hasta ahí llegaron las responsabilidades.

Y el día del perro se realizaron ferias improvisadas en algunas calles, donde los jóvenes promovían el bienestar animal, de manera “espontánea”. Para dar la idea de que hay mucha preocupación con el asunto.

Desde entonces se ha permitido publicar comentarios -unos más profundos que otros- de periodistas sensibilizados con el tema.

Muchas personas estuvieron pendientes de la salud de la gata, que habían dado por viva, cuando era casi evidente que no pudo haber sobrevivido al ahorcamiento. Hubo un intento de calmar el enojo trocándola por otra gata, que además de estar sana, no se parecía en nada a la que todos vimos en el video. Sí, todo muy burdo.

Mentiras, abusos, ilegalidades, insensibilidad y oscuros intereses han relucido en estos días. Este espectáculo y sus derivaciones, reafirman cuán naturalizada está la violencia en la sociedad cubana. Violencia en todos los aspectos de la vida diaria, que viene de los humanos, del gobierno, de las instituciones, del pueblo. La que ejercemos unos contra otros, el fuerte contra el más frágil, el poderoso contra el más indefenso.

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Irina Echarry

Irina Echarry: Me gusta leer, ir al cine y estar con mis amigos. Muchas de las personas que amo han muerto o ya no están en Cuba. Desde aquí me esforzaré en transmitir mis pensamientos, ideas o preocupaciones para que me conozcan. Pudiera decir la edad, a veces sí es necesario para comprender ciertas cosas. Tengo más de treinta y cinco, creo que con eso basta. Aún no tengo hijos ni sobrinos, aunque hay días en que me transformo en una niña sin edad para ver la vida desde otro ángulo. Me ayuda a romper la monotonía y a sobrevivir en este mundo extraño.

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2 thoughts on “Más sobre el maltrato en Cuba

  • “¡Estas vaqueritas se quedaron a nada de perder las bragas! ¡Pero qué hombría, qué ferocidad, qué tamaños, qué esencia de estos ferreos varones, arrojados, machos, machotes…!” , no más que engendros paridos por el singao, crápulas, mínimos, muy mínimos, ridículos, carentes de educación, de cultura, de un mínimo de valentía para pelear con fiereza por sus derechos pero con unos cojones del tamaño de la isla para asustar, lastimar y provocar la muerte a un gato… es lo que hay, una clara pérdida de todos los valores(o nacieron y crecieron sin adquirirlos). Con esta recua de hombrecitos no hay manera de que la Isla zarpe hacia otras condiciones, de ninguna manera.

  • Estoy en contra del maltrato animal, pero en un país dónde se maltrata al ser humano, y se le trata como a un animal, hay que empezar por exigir un trato digno a los humanos.

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