La guardia cederista

Irina Echarry

Bancos recuperados con materiales de los vecinos.

Corría el año 1960 cuando se fundaron los CDR, así la naciente Revolución ponía en práctica uno de sus mandamientos: vigila a tu amigo como él te vigila a ti.

Eran años convulsos,  el enemigo podía estar en cualquier parte a cualquier hora.  Se hacían sabotajes, se conspiraba en contra de los cambios drásticos que se sucedían para bien de muchos y para mal de otros.

La idea no se hizo esperar.  La vigilancia era un factor importante para no errar en la construcción de una nueva sociedad.  Había que vigilar y vigilar bien.  Nada mejor que formar grupos  en todas las cuadras para que estuvieran alertas, cualquier movimiento fuera de lo normal había que informarlo.

No dudo que con este método se detectaran y obstruyeran acciones que iban dirigidas en contra del pueblo, pero resulta que la década del 60 quedó atrás hace 50 años.

Y aquí me ven, en pleno año 2010, terminando un domingo sentada en un banco, perdiendo el tiempo, o sea, haciendo la guardia cederista, desde las diez de la noche hasta la una de la madrugada.

¡Cuántas horas malgastadas!  Una perseguidora de la policía nacional revolucionaria circula frecuentemente por la calle que debo vigilar;  los choferes del paradero de la esquina se sientan en los bancos del edificio a conversar y gritar sus hazañas sin pensar en el sueño de nadie;  los kioscos siguen vendiendo sus productos toda la noche, o sea, mi presencia en ese banco no es necesaria.

Eso sin contar la sensación de estancamiento que se apodera de mi alma cada vez que me informan que debo firmar la libreta de la guardia y además hacer que la firme la presidenta del comité …en fin… me parece que no avanzo, que estoy metida en un hoyo oscuro sin salida.

¿Cómo llego hasta ese banco cada vez que me toca la guardia?

La causa responde a un chantaje emocional, me ponen la guardia con mi madre (que nunca deja de hacerla) y me da pena que esté sola tantas horas, sentada en el banco sin nada que vigilar y sin nadie con quien hablar.

Nota: en esta última jornada de guardia se robaron dos bancos del edificio donde nos sentamos a hacer la guardia, no se sabe quién ni por qué, por suerte los vecinos más viejos tenían en sus casas los materiales para recuperarlos.

Irina Echarry

Irina Echarry: Me gusta leer, ir al cine y estar con mis amigos. Muchas de las personas que amo han muerto o ya no están en Cuba. Desde aquí me esforzaré en transmitir mis pensamientos, ideas o preocupaciones para que me conozcan. Pudiera decir la edad, a veces sí es necesario para comprender ciertas cosas. Tengo más de treinta y cinco, creo que con eso basta. Aún no tengo hijos ni sobrinos, aunque hay días en que me transformo en una niña sin edad para ver la vida desde otro ángulo. Me ayuda a romper la monotonía y a sobrevivir en este mundo extraño.

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2 thoughts on “La guardia cederista

  • qué volá iri, la pertenencia al CDR es voluntaria y si no quieres pertenecer nadie te obligará, estoy seguro. Que tiene consecuencias y eso. Bueno no sé realmente hasta que punto te puedan hacer algo por no pertenecer a una organización de masas. A mí automaticamente cuando cumplí, creo que 14, me inscribieron en eso. A mí como no me interesaba nada de eso jamás hice una guardia. Claro hay un matíz, y es que tu mamá seguro no va a dejar de hacerla y por consecuencia tú por seguir acompañándola la harás también. Sin embargo no creo que eso de ponerlas a las dos juntas sea un chantaje sentimental como dices tú. Más bien creo que es por buena voluntad. un saludo…

  • Iri, siento mucho las horas perdidassentada en ese banco donde, más q cuidar, puede suceder cualquier cosa desagradable para ustedes dos. Por suerte en mi CDR solo se recoge dinero, se hace una reunión y una fiesta una vez al año. Pero siempre que he ido a entrar a un nuevo trabajo van allí a hacerme Verificaciones, a ver cómo soy yo en el barrio, eso lo sabe todo el que vive fuera y dentro de cuba, no es un secreto para nadie.

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