La Covid-19 y la sociedad custodiada

Por Irina Echarry

La Habana, Cuba.  Foto: Yamil Lage / AFP /diariolasamericas.com

HAVANA TIMES – A raíz de la expansión de la Covid-19, en el mundo entero los Gobiernos han tomado las calles, y esta vez no ha sido para ganar adeptos, sino para cuidarnos.

A través del despliegue de sus ejércitos o fuerzas policiales vigilan de cerca y tienen el control de la ciudadanía. Necesitamos cuidarnos, pero también hay que estar alertas. Y es curioso que el mismo Estado/Gobierno que nos oprime sea quien debe salvarnos.

En Cuba, amparados en el deber de custodiar al pueblo, se desplazan las patrullas de policías por las avenidas, los uniformados cuidan las largas colas y hasta recogen a las personas de la tercera edad que encuentran a su paso. Los más vulnerables deberían estar en sus casas, lo que pasa es que algunos no tienen otra opción que salir a buscar sus cosas.

En medio del aislamiento social hay muchísima gente solidaria, ayudando, y también otras que deben ingeniárselas por su cuenta. Cuba es uno de los países más envejecidos de América Latina, el 20 por ciento de la población tiene o sobrepasa los 60 años y una gran cantidad vive sola.

Basta dar una ojeada a las aglomeraciones en farmacias, bancos, tiendas, bodegas, y veremos demasiadas canas, personas de riesgo no solo por la edad, sino porque suelen padecer alguna enfermedad de base. En ocasiones la policía los alerta, en otras, los detiene y los traslada a la estación policial, una vez allí, les multan por el delito de propagación de epidemias. Así ocurre también con quienes no usan el nasobuco o solo lo llevan colgado mientras fuman o comen algo.

El caso es que la policía está en los barrios, en las cuadras, en nuestras vidas. La gente ya se acostumbró a verlos ahí constantemente, en la esquina, merendando en el kiosco, conversando, acosando a las muchachas.

Antes de que suspendieran el servicio de transporte público, era común escuchar: cuando no hay policías las guaguas no paran. Los amaneceres, ahora más apacibles que nunca, van acompañados de una patrulla en cualquier esquina, también se les ve repartiendo turnos en las colas, evitando robos de artículos esenciales para el día a día, vigilando las bodegas e, incluso con apagón, recorriendo el reparto de madrugada.

Al principio, durante los aplausos que se ofrecen a las nueve de la noche al personal de la salud, se paseaba una perseguidora sonando el claxon por toda la cuadra, y era una fiesta, niños y adultos se divertían mucho; un día dejó de pasar y la gente la extrañó. Y es que ya la presencia policial es parte del paisaje, una costumbre. Cualquier cosa que ocurra se puede acudir a ellos; y a la vez, ellos están observando y regulando todas tus acciones.

Cuando todo esto pase, ¿cómo será la vida? ¿Reconocerán que deben retirarse de la vía pública? ¿Habrá presión para que eso suceda?

A mí me resulta muy peligrosa esa “normalidad” de la militarización. Hay una emergencia y se acude a todo, dicen algunos, y por la televisión escuché la frase del año: la gente quiere estar cerca de la policía.

Constantemente, los medios nos recuerdan que estamos en una batalla contra un enemigo mortal, entonces, nada más lógico que los militares para el combate. No debemos ser pasivos y confiados, toda esa potestad trae un aumento del abuso de poder. Ahora es a nombre de la salud, pero es común que el Gobierno limite la libertad de movimiento y reunión de los ciudadanos.

Ah, la policía no ha abandonado su otra labor preciada, la represión contra la prensa independiente o cualquiera que disienta. En estos días ha citado, interrogado, multado y amenazado a periodistas que se expresan libremente. Y estarán más activos a medida que continúen aplicando el decreto-ley 370 por el cual, hasta por postear algo en las redes sociales puedes ganarte una multa y el decomiso de tus equipos.

Irina Echarry

Irina Echarry: Me gusta leer, ir al cine y estar con mis amigos. Muchas de las personas que amo han muerto o ya no están en Cuba. Desde aquí me esforzaré en transmitir mis pensamientos, ideas o preocupaciones para que me conozcan. Pudiera decir la edad, a veces sí es necesario para comprender ciertas cosas. Tengo más de treinta y cinco, creo que con eso basta. Aún no tengo hijos ni sobrinos, aunque hay días en que me transformo en una niña sin edad para ver la vida desde otro ángulo. Me ayuda a romper la monotonía y a sobrevivir en este mundo extraño.

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2 thoughts on “La Covid-19 y la sociedad custodiada

  • Muchos policias tienen mala fama y han sido corruptos, eso nadie lo puede negar. Que ahora esten representando un buen papel nadie lo niega, ¿pero durará? Debian estar siempre cuidando los barrios, haciendo cumplir medidas de higiene en la calle, para que la gente no eche basura, para que no contaminen nuestras playas y rios con basura religiosa.

  • Caminemos y después corramos en este momento el papel de la policía es hacer que se cumplan las medidas de aislamiento, en las posibilidades de la real escases que vivimos, se están poniendo materiales de personas que han cogido alterando los precios o robando la comida de los comedores para ancianos, en lo particular estoy más cansado que el del puesto me robe en mi cara, o el descarado de la bodega me robe en lo poco que dan en la bodega, que si mañana lo meten preso, sería una persona feliz, hay muchas personas robándole al pueblo y tuvimos que esperar a una pandemia para que el estado se diera cuenta.

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