Indolencia: un mal corregible
Irina Echarry

Cuando comencé a escribir en este sito, publiqué un diario sobre los perros callejeros. En el título, una pregunta que me atormentaba: ¿Fieles a quién? El problema de los animales abandonados continúa.
Las calles están llenas de perros enfermos o no, que alguna vez tuvieron dueño y ahora viven a la intemperie.
Para ser sincera, creía que la indolencia era un mal incorregible en muchos seres humanos. Pero una experiencia ha hecho que la esperanza vuelva a iluminar mis días.
Nora García es la encargada de la Asociación Cubana para la Protección de Animales y Plantas (ANIPLANT), fundada en 1987 por figuras tan reconocidas como José Zacarías Tallet y Alicia Alonso, entre otras.

Un grupo de muchachos y muchachas contactamos con ella para que nos asesorara en la difícil tarea de ayudar a los más débiles, en este caso los animales (aunque también hay en perspectiva la creación de un vivero de plantas).
No voy a extenderme con Nora, algún día le haré una entrevista para que los lectores de Havana Times sepan de su empeño y dedicación. Solo diré que es una señora persistente, dinámica y sensible.
Gracias a ella organizamos una jornada de desparasitación para perros y gatos en el Reparto Eléctrico, al sur de la capital.

La incertidumbre nos hizo su presa en algún momento y llegamos a pensar: ¿y si no viene nadie?
Pusimos carteles en la calle anunciando el acontecimiento.
Un veterinario, Felipe, fue el samaritano. A las diez de la mañana del sábado 30 de enero era la cita, pero ya a las nueve y media se habían vacunado unos cuantos caninos.
En total la cifra casi llegó a 200 perros y un gato, que hicieron su cola pacientemente, unos más valientes que otros.

Por allí pasaron desde amantes fervorosos de sus mascotas hasta algunos que se dedican a hacerlos pelear. Todas las razas, de cualquier tamaño, unos más sometidos que otros a la voluntad de sus propietarios.
Pero lo mejor del día fue ver cómo los vecinos del lugar llegaban con sus canes y luego iban a buscar a esos que no tienen dueño, los que viven en el kiosko de la esquina, en las escuelas o en los bajos de un edificio.
Niños, niñas, personas mayores, todos involucrados en la tarea de facilitarles una mejor existencia a esos animales.

Algunos les dan comida, otros los dejan dormir en el garaje y otros muchos se sintieron entusiasmados al ver que los demás hacían una buena acción.
Quizá el amor sea contagioso… ojalá existieran varias opciones que promovieran este tipo de reacción en la gente de la ciudad.
Se necesitan más asociaciones, proyectos o individuos que guíen y apoyen a los que pretenden ayudar a los animales, pero no saben muy bien cómo o no poseen los medios necesarios.
hola iri , que volá, primero un preguntica ¿ese perro de la foto es bruno?, me parece que sí. bueno muy bueno tu articulo, sobre todo el intento de humanizar a las gentes, solo el amor se puede enseñar con amor, independientemente de lo que yo crea respecto a lo que mueve la ayuda a los animales y cualquier cuestion filosofica , en primer lugar se ve muy lindo, y en segundo lugar de cualqueir manera según nuestra interpretacion resulta bueno para los canes. es muy interesante eso de mover a las gentes en ese tipo de acciones. bueno un abrazo.. lusimi