Fotos en Alamar, una carrera con obstáculos

Por Irina Echarry

Un edificio de departamentos típico de Alamar.

HAVANA TIMES – Hacer fotos en Alamar no es cosa fácil, créanme. Hay que sentir un enorme placer, y estar emocionalmente preparada para enfrentar los avatares de una caminata cámara en mano.

En estos días he salido a recorrer el reparto, ciertos lugares icónicos de Alamar que, con el paso del tiempo, se han ido transformando. Mi lente ha captado el mar, edificios apuntalados, jardines de cemento, paredes con grietas, escaleras averiadas.

Las aguas negras corren como ríos, rodean los mercados, las entradas a las viviendas o los círculos infantiles. Las personas lucen sus mascarillas de colores y, aun con el rostro cubierto, se nota cierta tristeza.

He comprobado que la algarabía cotidiana ya no incluye alegría. Tiempo atrás las risas retumbaban en la esquina de mi casa, el chiste sano y el más pesado pululaban por doquier. Ahora las conversaciones son en forma de preguntas: “¿Dónde compraste café? ¿Hay cola en el agro? ¿Ya están vendiendo el pan?”.

Y hablando de preguntas, son muchas las que se hacen los alamareñxs cuando se topan con alguien que está haciendo fotos. ¿Qué tú haces con esa cámara? fue la que me recibió al bajar las escaleras, pero era un vecino y no le hice mucho caso.

En la calle las personas me cuestionan sin conocerme. No es lo mismo el celular que una cámara fotográfica. Da igual si enfocas un edificio, una escuela o un bulto de gente donde no se distingue ningún rostro.

¿Quién tú eres?

Alamar es un barrio heterogéneo, la gran mayoría de sus habitantes somos gente humilde. Aquí no es frecuente el turismo y la época de esplendor de los artistas hace mucho que pasó. Eso pienso cuando me interpelan: “¿Qué tú vas a hacer con esas fotos? O cuando me lanzan la gran pregunta, tan difícil de contestar: ¿quién tú eres?”.

Y, claro, en ciertos lugares hay algunos que no hablan, solo miran de soslayo, entre las hierbas o detrás de un poste. En realidad, no les interesa lo que haces, creen que estás ahí para ellos. Si se animan a socializar un poco se dejan ver cuando tienen el pene en la mano, y te llaman con insistencia.

A la entrada del reparto uno posó para mí antes de empezar su automasaje. Lástima que no pude enfocarlo mientras hacía su performance a la luz del amanecer, se escabulló entre las hierbas y el zoom no lo alcanzó.

Hace unos años ir a la playita de los rusos significaba también sortear peligros. Quizá la juventud me impedía sentir miedo. Ahora es imposible estar sola, sosegada, a la orilla del mar, siempre tengo que convidar a otra persona.

Tampoco sentada en un parque ni caminando se puede estar tranquila, lo de la seguridad de nuestras calles cada día se desdibuja un poco.

Es cierto que la realidad cubana no se compara con la de otros países donde circulan armas de fuego o los secuestros están a la orden del día. También es cierto que suceden robos, muertes y broncas, como en cualquier otro lugar.

Hace unos días le quitaron la mochila a un hombre en la Plaza de África. Eran las seis de la tarde, había personas mirando, pero nadie intervino.

El cadáver de una muchacha apareció en la costa, por la zona 23. Todo indica que fue un feminicidio, aunque la prensa oficial sigue sin pronunciarse sobre ese tema.

Frente a mi edificio intentaron robar una moto de madrugada; no lo lograron. En un apartamento de la zona 8 sí entraron y se llevaron ropas, televisores, prendas, etc. Todo eso ocurrió en el mismo mes.

Las mujeres siempre nos sentimos inseguras al transitar por lugares oscuros. No hay que ser bandido para seguir a una mujer, para acosarla o intimidarla. Sucede incluso de día.

Es incómodo no poder relajarme mientras camino por los lugares que me vieron crecer. Triste no poder disfrutar la puesta de sol junto al mar, o caminar de noche lejos de casa. Es peligroso que a estas alturas Alamar permanezca en tinieblas, olvidado por todos.

Y es absurdo que una tenga que responder tantas preguntas. Cómo una cámara despierta tal recelo al punto de que alguien pueda reprocharme hacer fotos a un charco. ¿Pa dónde es eso? ¿A ti quién te paga?, preguntó una señora molesta y junto con la indignación que me provocó sentí pena, de seguro está leyendo mucho el periódico Granma.

Su pregunta salió de la nada, sin saludar, sin una previa comunicación. Tras ella venían otros vecinos. Esta vez fui yo quien lanzó una interrogante antes de seguir mi ruta: no estoy haciendo nada ilegal, dije, ¿será que usted conoce alguna ley que prohíba hacer fotos?

Sí, muchos gritaron algo que no pude entender, dudo que alguno haya respondido con fundamento mi pregunta, porque esa ley no existe. Las voces se fueron apagando mientras me alejaba y seguí haciendo, con mi cámara, lo que me dio la gana.

Lea más escritos de Irina Echarry aquí.

Irina Echarry

Irina Echarry: Me gusta leer, ir al cine y estar con mis amigos. Muchas de las personas que amo han muerto o ya no están en Cuba. Desde aquí me esforzaré en transmitir mis pensamientos, ideas o preocupaciones para que me conozcan. Pudiera decir la edad, a veces sí es necesario para comprender ciertas cosas. Tengo más de treinta y cinco, creo que con eso basta. Aún no tengo hijos ni sobrinos, aunque hay días en que me transformo en una niña sin edad para ver la vida desde otro ángulo. Me ayuda a romper la monotonía y a sobrevivir en este mundo extraño.

Irina Echarry has 216 posts and counting. See all posts by Irina Echarry

2 thoughts on “Fotos en Alamar, una carrera con obstáculos

  • Ay Irina 1, el panorama ha cambiado y la mayoria de la gente solo piensa en buscar comida, atrás ha quedado la contemplación de un paisaje agradable, el tiempo de hablar de cosas espirituales, en fin, la vida se ha convertido en la rutina de la sobrevivencia. Quedamos algunos pocos que pensamos otra cosa, en hacer arte, en huir de la mediocridad y el vacío de la existencia. Hacer fotos siempre me ha resultado interesante, sigue haciendolo aunque te cuestionen, son memorias que quedarán y algún dia podrás hablar de todo esto que ha pasado. Tus posts en HT se agradecen, continua escribiendo.

  • La gran pregunta existencial de los zombies no es ¿Quién soy Yo?, sino ¿Quién eres Tú?, porque ellos necesitan estar seguros de que eres un zombie como ellos.

Comentarios cerrados.