El show tiene que parar

Por Irina Echarry

Dia y noche los medios Estatales de TV, radio y prensa atacan y defaman al Movimiento San Isidro y los creadores que concentraron frente el Ministerio de Cultura.

HAVANA TIMES – La televisión nacional lleva días dedicando espacios a difamar, no solo de los integrantes del MSI, sino de los jóvenes que acudieron al Ministerio de Cultura el 27 de noviembre para presionar por un diálogo entre las instituciones y los artistas.

Un comunicado publicado en la mañana del viernes 4 de diciembre, en la página oficial del Ministerio de Cultura, culpaba a los propios artistas de cerrarse al diálogo por presentar algunas peticiones antes de efectuarse el encuentro.

El Ministerio y la prensa oficial omitieron que en menos de 24 horas el viceministro de Cultura había roto lo concertado esa noche del 27N, desacreditando a los artistas, sembrando la duda sobre su ética y la legitimidad de sus reclamos. También incumplió otros acuerdos: interesarse sobre el caso del rapero Denis Solís, revisar la declaración de la AHS que daba por sentado el mercenarismo de los integrantes del MSI, y el cese del acoso policial a los artistas.

Hasta el día de hoy, Solís, que fue sentenciado en un juicio exprés sin el debido proceso, continúa en la cárcel. Además, el MSI sigue bajo vigilancia y hostigamiento tanto policial como mediático. Y ahora, a la lista de “acólitos del imperio” se suman los 30 jóvenes artistas que se reunieron el 27N en representación de los cientos que se plantaron afuera del Ministerio.

El discurso oficial sigue firme

El Gobierno sostiene que se está fraguando un “golpe suave”, denuncian “manipulación y oportunismo políticos para inducir a una guerra de cuarta generación” y las palabras terrorismo y mercenario se repiten hasta el cansancio.

El presidente Miguel Diáz Canel en la manifestación convocado por el Partido Comunista y Gobierno de Cuba.

Días atrás, luego de convocar a una manifestación “espontánea” de jóvenes “revolucionarios” en defensa de los principios del socialismo y de la Revolución, el presidente de Cuba acudió a la concentración vistiendo un pulóver con la bandera cubana, algo penado por la recién aprobada Ley de Símbolos, y uno de los “delitos” por los que han querido procesar a Luis Manuel Otero Alcántara. ¿Fue una provocación? ¿Querían dejar claro quién puede usar la bandera y quién no?

En los diferentes programas especiales que nos regala la televisión nacional, como parte de su show mediático, han salido a la luz pública supuestos delincuentes que confiesan haber recibido dinero para provocar incidentes: romper vidrieras de las tiendas MLC, incendiar lugares, o regar carteles con mensajes subversivos. Además de no ser creíbles estos personajes, se nota una marcada intención de relacionar al MSI con actos terroristas.

También han sacado a relucir a Fidel Castro en un vídeo de principios de los años 90: “No le vamos a dar garantías a la contrarrevolución”, dice molesto, da golpes en la mesa, habla de aplicar las leyes, de tipificar bien los delitos por traición a la Patria, y asegura que esos contrarrevolucionarios “no tienen ningún derecho a equivocarse y debemos hacer lo posible para que no se equivoquen”.

Esto es muy serio. Ya no les basta con desacreditar su obra, con acusarlos de mercenarios, con dividir al gremio de artistas entre los que se identifican con el MSI y los que no. Ahora pretenden llevarlo todo más lejos. ¿Será que quieren asustar al pueblo para que no se rebele o es que están fabricando una causa mayor para los artistas? Las dos cosas van de la mano.

Mientras el Ministerio de Cultura se reunió el sábado 5 con más de cincuenta creadores “que no han comprometido su obra con el enemigo”, otros artistas siguen bajo vigilancia permanente, sometidos a mítines de repudio y sufriendo detenciones.  Algunos han sido interrogados con el objetivo preciso de saber quién es su jefe y la intención de relacionarlos con grupos terroristas que ni conocen.

Incitación a la violencia

En los centros de trabajo convocan a los trabajadores a hacer guardias nocturnas, a salir al paso a los “provocadores”, a sentarse durante horas en la Alameda de Paula o lugares aledaños “por si sucede algo en San Isidro”.  En algunas calles se han visto las Tropas Antimotines.

La Uneac sacó de contexto una frase de Martí: Los hombres van en dos bandos: los que aman y fundan; los que odian y deshacen. A finales de noviembre en un twitt el presidente Díaz-Canel dijo que “quienes diseñaron la farsa de San Isidro se equivocaron de país, se equivocaron de historia y se equivocaron de cuerpos armados”.

Los medios oficiales también han invocado el artículo 4 de la Constitución cubana que establece las más severas sanciones para quien traicione a la Patria, y que “los ciudadanos tienen el derecho de combatir por todos los medios, incluyendo la lucha armada, cuando no fuera posible otro recurso, contra cualquiera que intente derribar el orden político, social y económico establecido por la Constitución”.

El sitio Cubadebate, en un recordatorio a Antonio Maceo, publica: “Como diría el Titán de bronce: machete, machete que son poquitos”, en una clara incitación a la violencia. En reacción a la avalancha de comentarios negativos, el texto fue cambiado unas horas más tarde.  

A cada rato se escucha un comentario en la calle: “Dicen que hubo disparos frente al capitolio”, “rompieron los cristales de una tienda en Mantilla”. Las frases empiezan a rodar, nadie sabe por quién, pero tampoco se confirman. Es un estado de convulsión que nos distrae, nos ocupa la mente e impide pensar que en los agromercados hay muy poco.

El show debe parar

Basta de dividir y crear sectarismos. Desde el inicio ha sido un problema de respeto, de civilidad, de humanidad.

El Estado debe garantizar un debido proceso a todos sus ciudadanos, piensen como piensen.

Está mal impedir que un grupo de personas lea poemas en las calles o en sus casas, piensen como piensen. Es inhumano retirar el suministro de alimentos a personas que por demás estaban encerrados en una casa sitiada. Y es muy raro que un delincuente llegue a provocar y a agredir a quienes permanecen en esa casa vigilada día y noche por la policía.

No todo el mundo se traga el show. Circula en las redes un video de la protesta de un joven con un cartel, sin violencia alguna, en pleno boulevard de San Rafael en Centro Habana. Nadie le grita gusano ni mercenario ni “la calle es de los revolucionarios”.

El pueblo que allí estaba lo filmaba y expresaba admiración, incluso le advierte a la policía que “no le vayan a dar”. O sea, la gente entiende que no deben castigar al que piense diferente y lo manifieste de manera pacífica.

Si hay terroristas cometiendo actos detestables, que sean juzgados con el debido proceso, pero el show de satanización contra los artistas debe cesar.

Lea más del diario de Irina Echarry.

Irina Echarry

Irina Echarry: Me gusta leer, ir al cine y estar con mis amigos. Muchas de las personas que amo han muerto o ya no están en Cuba. Desde aquí me esforzaré en transmitir mis pensamientos, ideas o preocupaciones para que me conozcan. Pudiera decir la edad, a veces sí es necesario para comprender ciertas cosas. Tengo más de treinta y cinco, creo que con eso basta. Aún no tengo hijos ni sobrinos, aunque hay días en que me transformo en una niña sin edad para ver la vida desde otro ángulo. Me ayuda a romper la monotonía y a sobrevivir en este mundo extraño.

2 thoughts on “El show tiene que parar

  • En el sagrado periódico Granma publicaron un artículo con este titular «En Cuba nadie es sancionado por su forma de pensar», por supuesto, se sanciona por expresar lo que se piensa.

  • En Cuba no se sanciona por la forma de pensar. Se castiga solo por pensar.

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