El 8 de marzo no es un día festivo

Por Irina Echarry

HAVANA TIMES – Este 8 de marzo en Cuba es más triste porque, a medida que se incrementa el acceso a internet, son más visibles los casos de maltrato hacia mujeres y niñas. El año ha comenzado intenso, estoy pensando que solo en el mes de enero supe de tres feminicidios y dos violaciones a menores.

Ahora acabo de enterarme de otra cubana asesinada por su expareja a finales de febrero: tenía 46 años, dos hijos y una niña de ocho; vivía por la zona de El Progreso, en Alamar. Es probable que usted conozca ya otros casos más recientes.

Según el Informe Nacional presentado en noviembre pasado, en la XIV Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, Cuba tuvo en 2016 una tasa de feminicidios de 0,99 por 100.000 mujeres de 15 años y más; hay que tener en cuenta que aquí solo se contemplaron las que fueron asesinadas por sus parejas o exparejas.

Hace unos meses, el 21 de noviembre de 2019, un grupo de 40 ciudadanas cubanas presentó una Solicitud de Ley Integral para la Violencia de Género a la Asamblea Nacional.  Aun cuando la solicitud tuvo el respaldo de 1000 firmas, no fue considerada en el cronograma de cambios legislativos aprobados el pasado año.

Eso, a pesar de que una Encuesta Nacional sobre Igualdad de Género, realizada en 2016, reflejó que el 39 por ciento de las mujeres ha sufrido algún tipo de violencia en sus relaciones de pareja.

Se trata de todos los niveles de violencia, desde las más sutiles hasta la más extrema.

En general las mujeres permanecen en una situación desventajosa, pues son quienes más se ocupan de las labores de cuidado en los hogares y las familias. Aunque tengan mayor acceso al trabajo que décadas atrás, continúan sometidas a una doble jornada.  Según la encuesta, como promedio semanal dedican a las tareas domésticas y de cuidado 14 horas más que los hombres.

Hay que reconocer que en el Parlamento un 53,2 % son mujeres, en el Consejo de Estado un 48 %, en la Fiscalía General de la República un 80%; también son mayoría en el Tribunal Supremo Popular, y en la cantidad de personas que egresan de las universidades, etc. Todos estos logros deberían llevarnos a una sociedad más inclusiva, más respetuosa, menos violenta; y eso no está sucediendo.

Para algunos la violencia es una sola, y es cierto, pero hay especificidades que ameritan una revisión especial; una legislación serviría para reconocer el problema, prevenirlo, desarrollar políticas públicas y tener acceso a estadísticas sistemáticas y confiables.  Aunque la existencia de la ley no significa su cumplimiento, debería ser un instrumento para sancionar el maltrato hacia mujeres y niñas, ya sea cometido por un individuo, una institución o el propio Gobierno.

El imaginario popular -amparado en conceptos como tradición o cultura- legitima la violencia y la discriminación por género. Vivimos en un escenario complejo, por un lado, disfrutamos de derechos que en otros lugares del mundo aún se reclaman, al mismo tiempo, derechos humanos básicos son violados por el Gobierno y sus instituciones. 

Las mujeres no escapan a ese maltrato, las Damas de Blanco lo sufren domingo tras domingo, ocurre en plena calle, frente a nuestros ojos. Activistas, periodistas independientes, artistas  -aunque no importa cuál sea la profesión si disientes- son víctimas de  hostigamiento, acoso, restricciones de viajes y hasta golpes.

Luis Manuel Otero Alcántara

El primero de marzo, Claudia Genlui, curadora de arte -expulsada hace unos meses de su centro laboral en la Oficina del Historiador de la Ciudad por pensar diferente-, fue golpeada por la policía en la vía pública cuando intentaba documentar el arresto del artista performático Luis Manuel Otero Alcántara.

Dadas las represalias que han venido sufriendo, algunas personas se preguntan si a Claudia la maltrataron físicamente para que Luis Manuel, ya dentro de la patrulla, reaccionara con agresividad, y aplicarle eso en su contra.

La violencia es condenable siempre, si fue premeditada es doblemente repudiable, porque una institución que se supone vele por el orden apeló a la agresión a una mujer para lograr su objetivo; un objetivo por demás injusto: la construcción de un expediente criminal al artista Otero Alcántara.

Como mujer, como ser humano, me estremezco y condeno cuando un individuo violenta a una mujer, y también cuando lo hace el Estado.

 

Irina Echarry

Irina Echarry: Me gusta leer, ir al cine y estar con mis amigos. Muchas de las personas que amo han muerto o ya no están en Cuba. Desde aquí me esforzaré en transmitir mis pensamientos, ideas o preocupaciones para que me conozcan. Pudiera decir la edad, a veces sí es necesario para comprender ciertas cosas. Tengo más de treinta y cinco, creo que con eso basta. Aún no tengo hijos ni sobrinos, aunque hay días en que me transformo en una niña sin edad para ver la vida desde otro ángulo. Me ayuda a romper la monotonía y a sobrevivir en este mundo extraño.

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