Acercándonos a Maité Vera

Irina Echarry

Maite Vera

HAVANA TIMES, 18 dic — No hay mejor manera de conocer a una persona que acercándose a ella. Esta es la intención de Kristina Konrad, con su documental sobre una de las guionistas más reconocidas de Cuba: Maité Vera.

La realizadora alemana, que en 2005 ganara el premio a de mejor película sobre America Latina realizado por un director de fuera de la región en el Festival Internacional del Nuevo Cine latinoamericano, reúne momentos de más de diez años de la vida de la escritora, compactados en 73 minutos y filmado en tres países: Cuba, Alemania y  Dinamarca.

Con el título Cuando éramos felices… y no lo sabíamos, Konrad nos muestra a la Vera en su vida cotidiana: en la bodega, junto a los vecinos del edificio, en el set de alguna filmación; en compañía de amigos o visitando a la familia.

Es el hijo, músico que vive en Dinamarca, quien resulta una figura importante tanto en la vida de Maité Vera como en la película. A través de él sabemos cómo se inserta esta familia cubana en la dinámica danesa sin perder su identidad. El músico llega a decir que “lo único que ha cambiado es el clima.”

Maité, acostumbrada a estar detrás de la cámara, se nos presenta muy cómoda delante de ella, quizá influya la amistad que la une a la realizadora o el deseo de darse a conocer a su público, pues ella es famosa por sus personajes o historias, pero no todos saben cómo es la persona que escribe esas telenovelas.

Entonces sorprende su sencillez, su amabilidad y por sobre todas las cosas su soledad.

Aunque la vemos conversar e interactuar con mucha gente (incluyendo su familia) el documental deja claro que la vida de Maité Vera transcurre en soledad. Y ella se sobrepone a esa lejanía de los seres queridos con mucho trabajo, humor y vitalidad.

La película es positiva, clara, sin edulcoraciones y lo más importante, muy sincera.

Irina Echarry

Irina Echarry: Me gusta leer, ir al cine y estar con mis amigos. Muchas de las personas que amo han muerto o ya no están en Cuba. Desde aquí me esforzaré en transmitir mis pensamientos, ideas o preocupaciones para que me conozcan. Pudiera decir la edad, a veces sí es necesario para comprender ciertas cosas. Tengo más de treinta y cinco, creo que con eso basta. Aún no tengo hijos ni sobrinos, aunque hay días en que me transformo en una niña sin edad para ver la vida desde otro ángulo. Me ayuda a romper la monotonía y a sobrevivir en este mundo extraño.

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