A veinte días de las protestas del 11 de julio

By Irina Echarry

El 11 de julio el gobierno sacó las fuerzas especiales a las calles de Cuba para sofocar y reprimir a las protestas pacíficas. Foto: REUTERS

HAVANA TIMES – El ambiente en Cuba permanece tenso. La chispa que prendió ese domingo a lo largo del país, generó una manifestación insólita en los últimos 60 años, pero también gran despliegue policial en las calles. Ese despliegue, unido a cientos de detenidos, unos ya condenados en juicios sumarios, familiares angustiados, la escasez, la covid19, las colas y el hartazgo popular, da como resultado un caos.

Un caos imposible de entender sin escuchar los testimonios de esas víctimas de la represión policial que ya han sido puestas en libertad, pendientes de juicio o de un cambio de medida; sin leer sobre la historia de esos cientos de hombres y mujeres que ese día salieron a manifestarse o que simplemente estaban en la calle cuando todo comenzó y que desde esa noche duermen en la cárcel o un centro de detención.

Son historias desgarradoras: madres que no han podido seguir lactando a sus hijos; hijos que son el sustento de sus casas y sus padres enfermos; personas con trastornos mentales o discapacidad encerradas en un calabozo; jóvenes que solo sacaron sus teléfonos, como hacen siempre, y de pronto se vieron metidos a la fuerza en una patrulla; gente que salió a defender sus derechos, gente buena atropellada con furia por militares por solo gritar una consigna; grupos maltratando a una sola persona.

Ese caos tampoco podría entenderse sin escuchar a la cúpula dirigente y sus medios oficiales de comunicación que, por cierto, han ido variando el discurso de muy fuerte a moderado; aunque ya es un poco tarde.

Primero el presidente dio la orden de combate, mandó a los “revolucionarios” a tomar las calles, con eso no solo otorgaba libertad de acción a las brigadas de respuesta rápida formadas por “el pueblo”, sino a los policías y militares con una impresionante combatividad.

Luego empezaron a decir (el propio presidente, el canciller de la república y los periodistas del noticiero) que quienes salieron a protestar eran vándalos y mercenarios. Por la televisión, en todos los horarios, pasaban una y otra vez las imágenes de asaltos a las tiendas o maltrato a las patrullas; y la palabra para referirse a las manifestaciones era “disturbios”.

Ese discurso todavía permanece, pero la presión en las redes sociales y de los familiares, han obligado a reconocer (con discreción) que no fue tan así; en los videos de ese día lo que prima es la paz. Y entonces en los medios oficiales algunos artistas y “gente de pueblo” han comentado la necesidad de escuchar a quienes salieron pacíficamente. El presidente comenzó a hablar de amor y corazones. Y lo último fue que el presidente del Tribunal Supremo Popular aclaró que manifestarse no es un delito, al contrario, es un derecho constitucional.

En los últimos días, varios países han hecho donativos de alimentos e insumos médicos que el gobierno utilizará para acallar un poco los reclamos, muy poco, porque el reclamo mayor era libertad (con lo que eso signifique para cada uno de los que gritó).

En medio de todo ese movimiento, mucha gente continúa presa por manifestarse, existe una lista inmensa con los nombres, unos son más conocidos que otros, aunque todos igual de importantes. Algunas personas han sido liberadas, pero eso también es arbitrario, no se puede saber qué determina que unos sean puestos en libertad y otros no. Así se crea incertidumbre entre la gente. Las detenciones tampoco han cesado. El ambiente sigue tenso, las calles están tranquilas, si, pero es una tranquilidad obligada.

Se puede ver la lista completa hasta el 29 de julio aquí.

Lea más del diario de Irina Echarry aquí.

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