La Habana, dulce hogar: ciudadanos estadounidenses viviendo en Cuba

Graham Sowa

Estudiantes estadounidenses de medicina en Cuba. Photo: www.birthingprojectusa.org

HAVANA TIMES — Mientras hoteles como el Melia Cohiba, de La Habana, están repletos de estadounidenses que piensan estar deleitándose con el primer sabor de la fruta prohibida en cuanto a viajes internacionales, desde hace algún tiempo cientos de ciudadanos de los Estados Unidos han estado llamando a Cuba el hogar lejos de casa.

Cada mañana, estadounidenses que estudian en la Universidad de La Habana se dirigen a sus clases; diplomáticos del Departamento de Estado y marines procedentes de esa nación norteña se dirigen en sus carros desde el apacible reparto Miramar, de Playa, al bullicioso barrio del Vedado; estudiantes de Medicina de las ciudades de Nueva York, Oakland, y Nueva Orleans realizan sus rondas; turoperadores de los Estados Unidos se dirigen hacia el Aeropuerto Internacional José Martí para recoger el último autobús lleno de sus compatriotas, y algunas decenas de exiliados estadounidenses comienzan un nuevo día en La Habana.

Incluso con los altibajos durante décadas de las relaciones bilaterales, nunca ha habido una ausencia total de estadounidenses en la Isla.

Yo particularmente llegué como estudiante de la Escuela Latinoamericana de Medicina, formando parte de uno de los grupos más recientes que han hecho de Cuba una base temporal.

En este momento, unos 100 de nuestro grupo nos encontramos estudiando Medicina aquí, divididos entre una beca en la parte más occidental de La Habana y otra más central en el Hospital Salvador Allende, en el Cerro.

En el 2001, mucho antes de que el primer grupo de estudiantes de Medicina procedentes de los Estados Unidos se presentaran, la Sección de Intereses de esa nación se convirtió en el hogar de, al menos, varias decenas de personal del Departamento de Estado y de Gobierno estadounidense.

Su presencia se remonta a la Administración del presidente Carter, quien en 1977 pensó que la Sección de Intereses sería un paso fundamental para la apertura de una embajada. Desafortunadamente, el segundo mandato del presidente Carter nunca llegó, y la Sección de Intereses se convirtió en una pieza central del conflicto, en lugar de convertirse en una embajada que funcionara con todas las de la ley, al menos hasta ahora… esperemos eso.

Vallas en Miami al comienzo de los años ’60. Foto: ft.com

La Habana no está ajena a los grupos errantes de estudiantes universitarios estadounidenses en programas de estudio cortos en el extranjero. Sus sucias zapatillas marca Converse y los andrajosos jeans hacen que los cubanos se pregunten, “¿Desde cuándo los Estados Unidos envía adolescentes sin hogar a la universidad?”

En este momento el número de ciudadanos estadounidenses en programas educativos en la capital cubana puede llegar de unas pocas docenas a más de 100. Se espera que este contingente crezca significativamente a medida que sigan mejorando las relaciones entre las dos naciones.

Después de crecer rápidamente a finales de 1960 y en la década de los 70, la comunidad de exiliados-refugiados estadounidenses en Cuba se ha ido reduciendo en los últimos años.

Algunos miembros han muerto, otros, como William Potts, decidieron irse de Cuba y han regresado nuevamente a los Estados Unidos.

Recientemente, Charlie Hill salió de su escondite y ofreció contradictorias entrevistas sobre su posición en cuanto a un posible retorno voluntario a su país de origen. Aunque la extradición parece una posibilidad muy lejana en un panorama de mayor cooperación entre los dos países en materia de aplicación de la ley, significa que a este grupo no se adicionarán muchos miembros nuevos.

La emergente comunidad americana en Cuba pertenece a los operadores de turismo. Durante su primer mandato, el presidente Obama reabrió la posibilidad de viajar en grupos, lo que es conocido, también, como visitas de pueblo a pueblo; a principios de este año él aflojó aún más las restricciones de viaje.

Debido a varias capas de compleja jerga jurídica, estos viajes requieren de un cubano y un guía turístico estadounidense. Esto ha dado lugar a una afluencia de guías turísticos procedentes de los Estados Unidos que se mueven con tanta frecuencia entre este país y La Habana que bien podrían llamar casa a esta última. Ahora, con el fin de la prohibición de viaje a la vista, la camarilla de ex-patriados de la industria del turismo pronto será la mayoría.

Incluso la comunidad estadounidense en la Isla ha inspirado negocios locales que brindan servicio a este grupo demográfico. Cuba Libro, a cargo del ex-patriada estadounidense Connor Gorry, es una tienda de libros de segunda mano escritos en inglés, cafetería, galería de arte, y un centro comunitario en el frondoso barrio habanero del Vedado.

La última vez que estuve allí chismorreando con un estudiante de Medicina, vimos como un guía turístico estadounidense llevó un autobús lleno de compatriotas nuestros a través de la casa-librería.

Cuba Libro es una anomalía (o un “oasis”, como se conoce entre sus fans) en La Habana. Y aunque los estadounidenses no pueden simplemente inundar a Cuba e instalar tiendas, los negocios privados de los cubanos están comenzando a hacerse populares en los potenciales del mercado americano.

El restaurante El Litoral, cerca de la Sección de Intereses de los Estados Unidos solo brinda almuerzo a la multitud habanera que se presenta con corbata. Mientras tanto, en el Cerro, varias casas cerca del Hospital Salvador Allende venden baratos platos de comida para los estudiantes de los Estados Unidos que se encuentran de guardia.

Ser un ciudadano estadounidense en Cuba no siempre significa vivir en la Isla como lo hacemos en casa. A diferencia de otras capitales del mundo, La Habana no está llena de las cadenas estadounidenses de comida rápida, tiendas de ropa, o nuestra difundida publicidad.

Así que, lo que queremos debemos traerlo de casa. Nuestras maletas están tan repletas de alimentos pre envasados ​​que parece que alguien robó el cajero de un supermercado o tomó a Halloween muy en serio. Me he preguntado muchas veces qué opinarán los inspectores de la Administración de Seguridad del Transporte cuando rebuscan en mi equipaje de camino hacia La Habana… otro bicho raro, pensarán.

Alrededor de 200 años atrás había suficientes mexicanos viviendo en La Habana Vieja como para crear un “pequeño Campeche” y suficientes inmigrantes chinos para establecer un “barrio chino” en Centro Habana.

Los estadounidenses llegaron más tarde, con importantes comunidades en la zona del municipio Playa, en el barrio de Miramar y la comunidad privada de playa Tarara; la Isla de la Juventud tiene, incluso, un cementerio estadounidense como parte de su patrimonio cultural. Por supuesto, todos estos lugares se convirtieron sólidamente en cubanos poco después de 1959.

Cuba todavía está muy lejos de tener una “Pequeña Miami” en La Habana. Sin embargo, teniendo en cuenta que el mayor grupo de estadounidenses que viven en Cuba son los cubano-americanos y sus hijos, tal experimento podría convertirse en realidad. En este momento lo único seguro sobre el futuro de los ciudadanos estadounidenses en Cuba es que existe.

Articulos recientes:

  • Cuba
  • Reportajes
  • Segmentos

San Antonio de los Baños, donde el humor dio paso al dolor

Sin electricidad y sin acceso a la red de redes, así pasan los habitantes de…

  • Cancion del Dia
  • Mundo
  • Noticias
  • Segmentos

Mayra Andrade – Canción del día

La artista destacada de hoy es Mayra Andrade de Cabo Verde con la canción Tan…

  • Mundo
  • Noticias

Haití estrena presidencia colegiada de nueve miembros

De los 11,5 millones de habitantes en este país, unos 4,5 millones necesitan ayuda humanitaria…

Con el motivo de mejorar el uso y la navegación, Havana Times utiliza cookies.