Interpretando banderas

Graham Sowa

En la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) de la Habana comenzó la temporada de galas. Cada año, todos los países o regiones del mundo presentes en la ELAM exhiben un espectáculo cultural que usualmente incluye unas pocas representaciones históricas, otras pocas más sobre la sociedad contemporánea y mucho baile.

La gala correspondiente a los Estados Unidos de América se celebró el jueves de la semana pasada, y durante toda esa semana noté señales que promovían el evento. Hubo un símbolo en especial que llamó mi atención; fue uno que promovía el evento y que tenía como fondo una bandera estadounidense dibujado a mano. Pero la bandera estaba al revés. De mal gusto ¿verdad? Esto me molestó lo suficiente como para referirme a este tema más de lo que deseé, y es por eso que este diario no estará relacionado con galas o bailes.

En primer lugar, está claro que el gobierno cubano no tiene nada en contra de la bandera de mi país. Recuerdo al menos dos, expuestos de la forma normal en la Escuela Latinoamericana de Medicina, por lo que esta bandera al revés no tiene nada que ver con alguna aversión cubana por las estrellas y las rayas. En lugar de esto, está relacionado con simbolismo y con América.

Las banderas son símbolos igual que el lenguaje oral es un símbolo hablado y las palabras son símbolos escritos; todos nos comunicamos con símbolos y estos pueden ser usados e interpretados en tantas formas que las personas pueden pensar en usarlos.

Los cubanos revolucionarios izan la misma bandera que los cubanos contrarrevolucionarios de Miami. Mis compañeros hondureños exhiben su bandera, aunque el presidente constitucional de este país fue destronado en un ilegal golpe de estado. Para muchos, las banderas son insignias permanentes de lo que sus países son capaces de hacer en diferentes circunstancias. Estas pueden representar ideales y la posibilidad de lograr estos contra una oposición aparentemente insuperable.

Pero por supuesto que los estadounidenses somos diferentes y creo que esto tiene mucho que ver con que seamos una nación reaccionaria. Los ideales en los que se fundó nuestra nación no fueron planes centralizados o manifiestos de resultados predeterminados. En lugar de esto, nuestros ideales fundadores nos dejaron apatía y nada más que eso.

En aquel momento, y ahora, nos toca a nosotros hacer algo con esa apatía. Vivimos experiencias estadounidenses que se revelan con facilidad, es por eso que reaccionamos cuando vemos algo que no nos gusta, o enfrentamos alguna crisis. Y estas reacciones, justas o injustas, son la manera en la que realizamos tales cambios rápidos en un mundo de grupos humanos masivos y tan variados.

Por lo que creo que este destino inexplorado de los Estados Unidos de América y las libertades que vienen con este desconocimiento son lo que le dan a nuestra bandera ese símbolo que todas las banderas deberían tener en fin: el de la unidad.

Incluso cuando algunas personas la pintan al revés, ellos pueden hacerlo porque nuestra cultura les permite sentir lo que ellos quieran y deja, también, que el resto de nosotros, no importa cuánto nos parece de mal gusto, veamos esas protestas como parte de América. Esa es la paradoja de los que protestan. La bandera que se protesta tiene la misma nacionalidad e ideales que la que ondea en el asta.

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