Soy Dios cuando doy vida

Francisco Castro

De la telenovela cubana Aqui Estamos. foto: Martha Vecino Ulloa, juventud rebelde

Una de las mejores lecciones que recibí de mi profesora de televisión y que no olvidaré, se resume en una frase que ella nunca se cansa de repetir: el director (en este caso el director de audiovisuales) es Dios.

Soy Dios cuando doy vida a un personaje en la piel de un actor, y hago que ese personaje tenga conflictos, los enfrente, y los resuelva, o no.  Soy Dios cuando decido el entorno que rodea al personaje, y cómo influye en él.  Soy Dios cuando decido dónde empieza la historia y dónde termina, y qué queda dentro de ella, y qué queda fuera.

Sin embargo, lo que no nos enseñó la profesora fue que cuando sale la obra al aire, no somos más que un espíritu atormentado… si es que la obra llega a salir al aire.

Hoy estuve cerca de un grupo de creadores de dramatizados para la televisión, en el que se discutía con angustia sobre la importancia que merecían de los dirigentes que deciden los destinos del medio.

Se hablaba de la jerarquía del dramatizado en la programación, y del espacio que en esta se le asigna.  Y se hablaba fuertemente de la censura.

Entre las obras que son víctima de la política ambigua (si es que hay una política) de producción y transmisión[1], se mencionó la telenovela que actualmente llega a las pantallas cubanas tres veces por semana:  “Aquí estamos,” que ha sido controversial en todos los públicos, tanto por lo formal como por el contenido.

Ahora, dejando a un lado la calidad del guión, la realización y las actuaciones de la telenovela (o sea lo formal, a lo que algunos no dan la importancia que merece), se ha dedicado una fuerza descomunal por parte de los dirigentes que deciden los destinos del medio, a bombardear el contenido, pues saca a la luz pública problemas medulares que afectan el funcionamiento correcto y sano del cuerpo de la sociedad cubana.

En Cuba se consumen drogas, se cometen suicidios con armas de fuego, existe la prostitución, la delincuencia en todas sus expresiones, la doble moral, la corrupción administrativa, la homosexualidad (que desgraciadamente, a pesar de los esfuerzos de cada 17 de mayo[2] -muy insuficientes, por demás- es considerada aun un problema), y una lista larga…

Parece entonces que la “política” consiste en negar estos problemas, por lo que cada día, la telenovela es sometida a un proceso de mutilación, con el objetivo de “suavizar” su exposición.  Por supuesto, esta operación se realiza al margen de sus creadores. Los que una vez fueron Dios…

Hace muchos años, el aun prometedor cineasta cubano Tomás Gutiérrez-Alea proponía la realización de un cine marginal que “jugaría el papel de un instrumento de exploración y análisis en profundidad.”  Sería una especie de bisturí que penetrara en la carne misma de nuestra realidad y nos permitiera llegar al punto donde se puede señalar una anomalía determinada.

“El resto de la operación toca[ría] a otros llevarla a cabo.”[3]

Ese mismo año se estrenó en Cuba “Memorias del Subdesarrollo.”

En este caso, no se trata de ser o no ser Dios, sino de lo que es o no es útil a la sociedad.  Hoy, ese cine que proponía Tomás Gutiérrez-Alea puede ser realizado por los creadores de dramatizados de la televisión cubana.  Los recursos materiales existen, así como el talento y la disposición de los creadores. Existimos, aquí estamos, ¡aquí!, y aquí queremos trabajar, para nosotros, para nuestro público, para nuestra sociedad.

Nos falta que se concrete una política de creación.  ¿Cuándo sabremos, sin tibiezas de ningún tipo, cuál es la televisión que se quiere que hagamos?  Es hora de que el artista del audiovisual contemple su obra orgulloso de contribuir al mejoramiento humano, no como un espectro avergonzado.  Es hora de tomar partido, es hora de que estén los que tienen que estar. La cultura y el pueblo cubano lo merecen.


[1] Es curioso el desligue que existe entre los que deciden qué se produce y qué se transmite: es como si se encontrara placer en el hecho de perder enormes cantidades de dinero produciendo obras que jamás llegan a las pantallas, o que no llegan en el momento adecuado.

[2] El 17 de mayo se celebra en el mundo el Día contra la Homofobia. En Cuba coincide con el Día del Campesino…

[3] Tomás Gutiérrez-Alea: “Volver sobre mis pasos”. Una selección epistolar de Mirtha Ibarra. Ediciones Unión, La Habana, 2008.

Francisco Castro

Francisco Castro: Todo se vuelve más simple cuando uno cruza la línea de los treinta años. Que no significa que sea más fácil, sino más bien, todo lo contrario. Ahí estoy yo, del otro lado de la línea, tratando de averiguar, con lo poco que sé de arte, política, economía…, vida, cómo seguir sin romper algunos juramentos que parecían esenciales, cómo no claudicar, cómo hacer de los años vividos, un faro hacia el futuro.

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