Para qué estamos listos los cubanos (ii)

Francisco Castro

¿Qué hacemos, entonces, para estar preparados?, ¿cuándo sabremos que lo estamos? Foto: Caridad

Un dato arrojado recientemente por el Centro de Educación Sexual, indica que en Cuba, ocho de cada diez personas que viven con VIH son hombres. Otro dato muestra que el mayor porciento de los hombres infectados con este virus, son homosexuales.

Estos datos hacen pensar en que una buena parte de la población cubana se orienta, de forma exclusiva o no, hacia la homosexualidad.

Se especula mucho a nivel de calle –no conozco estudios científicos que corroboren estos datos- sobre los sectores a los que pertenecen la mayoría de los homosexuales: Cultura en primerísimo lugar, seguido muy de cerca por Salud Pública y Educación, y siempre (aunque ahora con más fuerzas), se menciona las Fuerzas Armadas y el Ministerio del Interior.

Sin embargo, es también de todos conocido que en cualquier parte, sin distinguir nivel cultural, comprometimiento social, político o militar, o pertenencia generacional, existen personas que se identifican, de una manera o de otra, con esta alternativa.

En resumen, la homosexualidad no es un tema ajeno para los cubanos.

Hace un par de años, se comenzó a hablar, -a raíz de la celebración de las Jornadas de lucha contra la homofobia- del reconocimiento legal de las personas del mismo sexo que deciden unir sus vidas en matrimonio. No específicamente de matrimonio legal, con toda la ceremonia que implica, y el significado social que trae aparejado, sino de unión consensuada. Entre estos derechos elementales está el de la herencia por el fallecimiento de uno de los cónyuges.

Tratados con frialdad

Como parte de esas jornadas se reservan en la televisión programas dramatizados y de debate entorno al tema. Se realizan mensajes televisivos y participan personajes homosexuales con un nivel de protagonismo en el audiovisual en general, realizado en Cuba.

Sin embargo, a pesar de que esto parezca una avalancha, no lo es, pues estos temas son tratados con la frialdad suficiente como para que sean pronto olvidados. Pero además, los personajes representados en la ficción cubana (la que se transmite por televisión), no pueden cometer el pecado de tocarse, ya menos de besarse o representar escenas de sexo.

Esto es algo, según los estudiosos del tema, para lo cual los cubanos no estamos preparados.

¿Qué hacemos, entonces, para estar preparados?, ¿cuándo sabremos que lo estamos?

¿Acaso estaban preparados los cubanos en el 59 para la avalancha revolucionaria que les cambió la vida para siempre, incluso a los que no lo necesitaban?

Se podría hablar de las miles de personas que se beneficiaron con el cambio, la mayoría de la población de aquella época, cuando los menos vivían de los más. Y ahora, cuando esa situación no existe, cuando pasó la época en la que consideramos inmoral a la homosexualidad, en la que destruimos vidas y obras por discriminación… en fin, cuando se empieza a hablar del tema, ahora, ¿para qué estamos preparados?, y si no lo estamos, ¿qué hacemos paras estarlo?

¿Cuándo se le va a dar la cara y el pecho a la situación?, ¿cuándo dejaremos de fomentar la doble moral a la que el silencio y la indiferencia conllevan?, ¿cuándo podré ver a dos hombres, o dos mujeres, amándose, como el que más, en el espacio estelar de la programación televisiva, o no ya en el estelar…, en cualquiera? ¿Cuándo perderemos el miedo?

Francisco Castro

Francisco Castro: Todo se vuelve más simple cuando uno cruza la línea de los treinta años. Que no significa que sea más fácil, sino más bien, todo lo contrario. Ahí estoy yo, del otro lado de la línea, tratando de averiguar, con lo poco que sé de arte, política, economía…, vida, cómo seguir sin romper algunos juramentos que parecían esenciales, cómo no claudicar, cómo hacer de los años vividos, un faro hacia el futuro.

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