Un pueblo sin esperanza

Por Fabiana del Valle

HAVANA TIMES – Vivo en un pueblo pequeño de Pinar del Río, entre palmas y marabú. No tiene historias notables, ni en el pasado se libraron batallas gloriosas que merezcan monumentos en su honor. Tampoco de estas tierras han salido hijos de renombre que le otorguen un poco de fama. Así que sin atractivos turísticos e importancia histórica no hay lugar en este país que pueda “levantar cabeza”, como se dice por estos lares.

La calle principal del pueblo.

En los casi cuarenta años que vivo en este lugar puedo dar fe que aquí nada prospera. Es como si una burbuja nos rodeara y hubiera detenido el tiempo para que el progreso fuera en sentido contrario.

El poblado consta de 964 habitantes, cifra que me facilitaron en el consultorio del médico de la familia. Aunque el delegado de la circunscripción, que es el representante del Gobierno en la zona, me comentó que asciende a mil y pico. Por cierto, prometió darme el dato exacto un día de estos, y me cansé de esperar por ese momento que no llega. Esa es otra de las cuestiones, todo se queda en promesas.

Por ejemplo, la escasez del agua es algo que se viene arrastrando desde hace años. Se resolvía, pero solo duraba una temporada. A partir del mes de mayo dejó de llegar a esta zona.

Yo personalmente escribí varias misivas al secretario del Partido de la provincia después que las gestiones en la localidad no dieran fruto. Solo que aún espero que lleguen, el agua y las respuestas. ¡Seguro están perdidas entre los papeles de algún archivo!

Parada de ómnibus.

El 27 agosto, tras el paso del huracán Ida, la parada de ómnibus perdió el techo. Pues casi tres meses después del suceso, esta continúa como gallina desplumada. El zinc milagrosamente se conserva, no ha cambiado de dueño, parece que los residentes aquí somos realmente nobles. Tan nobles que ahora tenemos que pararnos bajo el sol a esperar que pase algo que nos recoja, lo que puede llevar varias horas.

En el centro de la localidad se conserva un edificio de dos plantas que perteneció al Ministerio de la Pesca. Actualmente se mantiene vacío e inutilizado. Es un local lóbrego, hogar de murciélagos y plagas.

Edificio de la Pesca

Cuentan los más viejos que por los años 50 funcionó una fonda que llegó a ser famosa por la calidad de sus servicios. Todo el que pasaba por la carretera central hacía parada obligatoria en la fonda de Nena Menéndez.

Cuando el Estado tomó el mando todo cambió. Pasó a ser nido de ratones, cucarachas, paredes de cal y estantes vacíos. Aunque mientras estuvo en pie, la gente resolvía con la esperanza de tiempos mejores. Pues dicho local, lleva ya casi dos años en reparaciones, se espera que para el año que nieve se termine.

El local que fue la fonda de Nena Menéndez

Las calles se fueron deteriorando con los años. Tenían huecos tan grandes que los carros para esquivarlos tomaban rutas alternativas. Pero a esto sí le dieron solución. Un día llegaron con camiones de tierra y cubrieron todos los huecos. De este modo convirtieron las calles en callejones, donde el polvo se eleva creando nubes asfixiantes.

Es que en mi pueblo suceden cosas salidas de un libro de ciencia ficción. Desde las noticias más desalentadoras, a esos tiempos en los que todo se mantiene invariable como si se hubieran detenido los relojes. Cuando vives en un lugar como este la desesperanza se cuela en cada amanecer. Nada sorprende, y los días que pasan anuncian siempre un nuevo caos. 

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Fabiana del Valle

Fui una niña que soñaba con colores y letras capaces de lograr las novelas más leídas o esos poemas que conquistan a corazones rebeldes. Hoy cerca de los cuarenta, con los pies firmes en esta isla, dejo que el pincel y las palabras sean eco de mi voz. Esa que llevo apretada, prisionera de las circunstancias y mis miedos.

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4 thoughts on “Un pueblo sin esperanza

  • Fabiana, los apandillados en el poder están esperando las donaciones extranjeras de piedra, arena y asfalto para arreglar los caminos y las carreteras , y, por supuesto, también las donaciones para poder garantizar el agua a los cubanos, no solo en las poblaciones del interior, hasta el La Habana y Santigo de Cuba. Ejemplos de lo inutiles que pueden resultar son Guantánamo, con el río Guaso, que atraviesa la ciudad y no le pueden garantizar diariamente, o, Contramaestre, en la provincia Santiago de Cuba, justo al lado de la presa Carlos Manuel de Céspedes, una de las más grandes de Cuba y también falta el agua con regularidad. Donde no falta nunca es en las casas de los jefes de la pandilla

    Para que se tenga una idea hasta donde alcanza la desvergueza de la pandilla en el poder leer un artículo aparecido hoy dia 10 de noviembre en Cubanet, escrito por Ana León, en el que detalla que para la reconstrucción de un rancho, por otro de paredes de madera ytecho ligero, hicieron falta tres cooperativas y veinte días de trabajo y a la inauguración de la “obra”, acudió hasta el primer secretario del partido en la provincia quien cortó la cinta roja. Alucinante, ¿verdad?.

  • “Tampoco de estas tierras han salido hijos de renombre que le otorguen un poco de fama. ” Me parece que pronto ceras tu quien cambie esto. Tu talento para pintar con brocha y palabras necesita ser conocido.

  • Formidable tu post, es doloroso e increíble como ese pueblo ha podido subsistir 62 años careciendo de las necesidades primordiales y que algunas familias sin el apoyo de sus allegados en el exilio puedan tener acceso a medicamentos, ropas inclusive a productos para su aseo personal..siempre pensamos “ esto tiene q terminar, pero desdichadamente no se ve la luz al final del tune…Dios tenga compasión de ustedes

  • Vete del pueblo infernal!! Creo que vivir en Macondo sería mucho mejor.

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