¿Qué compraré?

Migrantes cubanos

Por Fabiana del Valle

HAVANA TIMES – Cuando Yosvany terminó de colocar con cuidado el último bloque en la pila solo pensaba en el cobro. La mañana transcurrió sin muchos contratiempos y terminaron antes de lo previsto. Trabajó como un autómata esa jornada. Su compañero le decía que hoy sí estaba inspirado, pero este no llegó a sospechar. Sus pensamientos estaban en otro lado. Los problemas esperaban en la casa.

Vivimos en un pueblo perdido en la geografía pinareña donde las opciones de trabajo escasean. Su título de técnico medio en Informática enmohece en una gaveta.  A pesar de su talento y habilidades para la electrónica Yosvany trabaja en una “bloquera” solo por cien pesos (cup) al día. (Aproximadamente un dólar diario)

Me duelen los brazos por cargar carretillas de arena, la espalda y la cintura. Cada día es más difícil mantener el ritmo. Total, tanto sacrificio y no alcanza. Estamos como en el cuento de La Cucarachita Martina –me dijo hace unos días sentado en la terraza de mi casa.

Su esposa sonreía con la manera característica del cubano. Crecer ante las dificultades, hacer chistes con las desgracias. Yo advertí sus manos de uñas cortas sin esmalte mientras me contaba:

Por nuestro barrio pasa un señor en coche a caballos vendiendo paquetes con muslos de pollo. Estamos ahorrando para comprar uno. ¡Con arroz y frijoles no se vive! También es urgente encontrar aceite. En estos momentos vale entre quinientos y seiscientos pesos. Tú sabes. El paquete de pollo es a seiscientos pesos. Lo que gana Yosvany en una semana no alcanza. Pero cuando tenga el dinero no sé qué voy a comprar primero”.

Por eso la única opción es largarse de aquí. Esto no tiene remedio por más vueltas que le demos”.

Esta situación es vieja, caminamos arrastrando años de carencias. No solo les afecta a Yosvany y Yamila. Es el pan nuestro de cada día.

¿Qué compraré? Es el dilema de muchas familias que intentan sobrevivir en una isla donde cada día hasta respirar es un castigo. Envejecen sin oportunidades y luces a un futuro mejor.

Ya van más de treinta conocidos en nuestra zona que han llegado o van en camino hacia un lugar donde pueden prosperar, en el cual trabajar valga la pena. Los hogares se fraccionan, los padres lloran por la ausencia, los hijos cruzan fronteras. Con un grillete en el pie postean en las redes que son libres y han realizado sus sueños.

Los otros no tenemos el presupuesto y el valor para emprender una aventura así. Continuamos esperando mientras contabilizamos las partículas de aire que llegan a nuestros pulmones, cada gota de sudor para ver si por arte de magia nos alcanza y así poder subsistir un día más.

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Fabiana del Valle

Fui una niña que soñaba con colores y letras capaces de lograr las novelas más leídas o esos poemas que conquistan a corazones rebeldes. Hoy cerca de los cuarenta, con los pies firmes en esta isla, dejo que el pincel y las palabras sean eco de mi voz. Esa que llevo apretada, prisionera de las circunstancias y mis miedos.

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